EL DÍA DE REPOSO – Parte 4

Por Guillermo Green

Reforma Siglo XXI, Vol. 11, No. 1

Hemos llegado al final de nuestra serie sobre el ‘sabbat’, el día de reposo, o el día del Señor. El lector que ha seguido los artículos anteriores recordará los temas que hemos destacado relacionados con la enseñanza bíblica del día de reposo. Por ejemplo, trazamos las relaciones entre ‘reposo’ y ‘entronización’ en la segunda parte. Cuando Dios dio el día de reposo al hombre, lo estaba invitado a no sólo reconocer su realeza, sino invitaba al hombre a participar en su señorío. Era un privilegio que Dios compartió solamente con la criatura hecha a su imagen.

En la tercera parte se repasó el énfasis bíblico en el día de reposo como ‘señal’ del pacto entre Dios y su pueblo. Era señal de que Dios retomaba un pueblo para sí, con que compartir su salvación y su señorío. Pero el pueblo mostraba su fe en la promesa, guardando la señal del pacto (el día de reposo). Al imitar a su Dios, daban testimonio concreto de su amor y confianza en él. Ahora nos toca el cambio de sábado a domingo. Algunos grupos como los Adventistas argumentan que el cambio de día fue una manifestación pagana que realizó la iglesia Católica, pero que la voluntad de Dios es que guardemos el día sábado. Otros Cristianos se conforman a la práctica general, pero no pueden defender el porqué de haber abandonado el sábado por el domingo, o tienen nociones vagas al respecto.

Hay otro sector significativo de la Iglesia que cree que se abolió el significado del día de reposo en cuanto a su significado en el Antiguo Testamento, y se sustituyó por el ‘día del Señor’, otro día con otro significado. Esta posición sostiene que el día es principalmente para realizar cultos, pero sin ninguna necesidad de reposo. La posición de la iglesia Católica se asemeja a esto, al igual que una cantidad considerable de iglesias evangélicas. Muchos creen que la parte ‘sabática’ desapareció con la ley de Moisés, y que en el Nuevo Testamento se sustituyó el domingo con un significado más reducido: el de celebrar la resurrección de Jesucristo en culto. 

Aquí queremos dar varios argumentos en favor de guardar el día domingo, o el primer día de la semana, como el día de reposo. Obviamente hay ‘nuevos’ elementos que se celebran con la venida de Jesús. Sin embargo, nuestro argumento hasta ahora ha sido que todos estos elementos eran comprendidos en el mandamiento antiguo. 

La enseñanza de Jesús 

En su ministerio en la tierra, Jesús anunció claramente varias cosas que iban a cambiar después. Por ejemplo, Jesús dijo que en el futuro la verdadera adoración a Dios ya no iba a estar centrada en Jerusalén (Jn. 4:21-24). Declaró que las reglas mosaicas sobre comida iban a desaparecer (Mr. 7:19). Predijo la destrucción del templo (Mt. 24:1-2). Jesús estableció nuevos sacramentos para la Iglesia del Nuevo Testamento (Mt. 26:26-28; 28:19). Definió la autoridad de los apóstoles (Mt. 16:13-19; 18:18-20). También manifestó la nueva tarea de su pueblo de discipular a las naciones (Mt. 28:18-20). Jesús tenía amplia oportunidad de haberse pronunciado sobre el día de reposo, y siendo uno de los diez mandamientos, esperaríamos por lo menos un comentario de parte de nuestro Señor si iba a haber un cambio. El silencio de Cristo sobre esto es significativo. 

Hebreos 3:1-4:11 

Hay un pasaje del Nuevo Testamento que arroja luz sobre cómo los autores del Nuevo Testamento entendían el día de reposo. En este pasaje, el autor de Hebreos traza un paralelo entre el pueblo del Antiguo Testamento y los Cristianos de hoy. Sus lectores estaban siendo tentados a volver a sus raíces judías y a practicar los ritos mosaicos. Por lo tanto, se les anima a poner la mirada en la obra perfecta de Cristo y el reposo futuro que Dios les va a dar por medio de fe en el último y final Sacerdote, sacrificio y Ungido de Dios, es decir, Jesucristo. Al igual que los santos de antaño, no debían desobedecer, sino proseguir hacia su reposo. La lógica del argumento es importante: 

1. Los israelitas en el desierto guardaban el día de reposo, anticipando su entrada a Canaán, tierra de reposo. La desobediencia les privó a muchos del derecho de entrar en el reposo de Canaán (He. 3:17-19). 

2. Pero resulta que Canaán no fue el ‘reposo’ verdadero y final. Israel seguía guardando el día de reposo, celebrando tanto la creación, como la redención futura (Hebreos 4:8-9). Josué le dio ‘reposo’ a Israel, pero sólo provisionalmente. Podemos deducir que la práctica de guardar el día de reposo señalaba el futuro reposo que vendría en Cristo. 

3. Jesucristo nos ha ganado el derecho al reposo de Dios (He. 3:14), pero este reposo no ha sido entregado (He. 4:9). Según el argumento de Hebreos, esperaríamos que junto con la esperanza del reposo venidero, existe un reposo semanal como anticipación. Hebreos no enfatiza el aspecto realizado en Cristo, sino el aspecto futuro, lo cual apunta hacia una continuación del día de reposo. John Frame señala que dada la preocupación en Hebreos de señalar las discontinuidades entre el antiguo pacto y el nuevo, este contexto sería el ideal para declarar el cese del día de reposo. Pero al contrario, encontramos un argumento de paralelo y no de discontinuidad en cuanto al tema de reposo.

Podemos concluir hasta aquí que tanto Jesucristo como el libro de Hebreos asumen la continuación de guardar el día de reposo, señalando lo que siempre señalaba, y apuntando al futuro reposo cuando venga Jesús la segunda vez. Ahora examinaremos el cambio de día de sábado a domingo. ¿Tiene fundamento bíblico este cambio? ¿Cuál es el significado de este cambio? 

La historia 

Es digno de notar que el cambio de sábado a domingo, para la iglesia primitiva, no produjo ningún gran debate. Si bien algunos padres lo mencionan, no encontramos que fue un punto de división y polémica. Encontramos en el Nuevo Testamento que los primeros discípulos se reunían el día sábado con los judíos, y también el primer día de la semana. Pablo predicaba en las sinagogas el día sábado, y participaba todavía en mucho del calendario de ellos, lo mismo para los otros apóstoles. Sin duda, esto fue por la época de transición en que estaban. Jesús anunció la demolición del templo en 29 d.C., pero en la providencia de Dios, esto no sucedió hasta 70 d.C. Dios mismo permitió una transición lenta entre el judaísmo y el nuevo orden de la Iglesia. Y realmente es sorprendente que el cambio de día no produjera mayor conflicto. ¿Qué vieron los primeros Cristianos que nos cuesta ver a nosotros? 

El día del Señor: el primer día de la semana 

Juan recibe su primera visión del Apocalipsis en ‘el día del Señor’ (Ap. 1:10). La iglesia desde los primeros días conocía el primer día de la semana como el ‘día del Señor’. Por ejemplo, la Didache —un documento del primer siglo que resume muchas enseñanzas apostólicas— afirma lo siguiente: 

En el día del Señor reuníos y romped el pan y haced la Eucaristía, después de haber confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro (Didache, 14:1). 

Es claro que ‘el día del Señor’ era el primer día de la semana. Esta práctica comenzó con Jesucristo mismo, quien realizó sus apariencias (después de su resurrección) el primer día de la semana (Mt. 28:1-10; Lc. 24:13-52; Jn. 20:1, 19, 26). Estos encuentros eran momentos de adoración del Señor resucitado, como todo encuentro con Jesús después de su resurrección, y sin duda pusieron el fundamento firme para el primer día como día de encuentro con el Señor. 

Hay varios ejemplos en el Nuevo Testamento de que el día de reunión de la iglesia era el primer día de la semana. El día de Pentecostés cuando Dios derramó su Espíritu Santo tenía que ser un primer día de la semana (Lv. 23:11). Parece que Dios estaba preparando su pueblo para que coincidieran la resurrección del Mesías con el derramamiento de su Espíritu en el primer día de la semana. Habría algo ‘nuevo y mejor’ el primer día de la semana.

Hechos 20:7 indica que estaban reunidos los discípulos con Pablo el primer día de la semana, y versículo 6 menciona que se quedaron siete días. Esto hubiera provisto la oportunidad para Pablo de reunirse dos domingos con la iglesia en Troas.

En 1 Corintios 16:1-2 encontramos de nuevo que la iglesia debía apartar sus ofrendas para los pobres ‘el primer día de la semana’. Evidentemente esto se refiere a las ofrendas recogidas cuando la congregación estaba reunida. 

No podemos precisar la forma en que la iglesia Cristiana comenzó a observar el día domingo. Sin duda, hubo dos factores de tomar en cuenta que militaban en contra del cambio de sábado a domingo. Primero, los siglos de la práctica de guardar el sábado como día de reposo pesaban, especialmente sobre los que venían de un trasfondo judío. Es claro que Pablo participaba tanto con los judíos el día sábado (hablando muchas veces en sus sinagogas), como en cultos con la iglesia Cristiana. Si bien la transición pudo haber sido lenta, para el tiempo de Ignacio (200 d.C.) era muy claro el contraste entre el sábado judío y el ‘día del Señor’. En su carta a los Magnesianos, capítulo 9, san Ignacio contrasta fuertemente el sábado judío con el ‘día del Señor’, manifestando que el guardar el sábado pertenecía al orden viejo que ha sido superado en Cristo. Para esta época de la Iglesia todos tenían muy claro que el día domingo era el día ‘cristiano’ en contraste con el sábado, que era ‘judío’. 

El segundo obstáculo para guardar el día domingo era la cultura judía y pagana en que vivían los Cristianos. Al igual que los israelitas en Egipto, quienes eran indudablemente obligados a trabajar el día sábado, los Cristianos seguramente tenían que trabajar el domingo para sustentar a sus familias. No podían todos abandonar sus trabajos. Probablemente es por esta razón que no encontramos un énfasis más fuerte en el Nuevo Testamento sobre el guardar el domingo como día de reposo. Los apóstoles no querían imponer una carga injusta sobre los hermanos que debían hacer ‘obras de necesidad’, es decir, sustentar a sus familias. Ellos dejaban la práctica hecha, y todos tenían sus biblias, a la luz de la cual la Iglesia caminaría hacia una práctica más robusta. Esto mismo pasó con la esclavitud. Pablo no abolió apresuradamente la institución de la esclavitud; pero puso fin práctico a ello con el mensaje del evangelio (c.f. Tit. 1:10; Fil.; Col. 4:1). Más tarde, cuando Constantino llegó a declarar el Cristianismo la religión oficial (324 d.C.), encontramos a los padres de la Iglesia promoviendo un concepto más claro del domingo como día de reposo. De modo que reconocemos que por las circunstancias reales en que nació la iglesia Cristiana, la práctica de guardar el día del Señor fue evolucionando de acuerdo a la madurez y condiciones del pueblo de Dios. 

Trasfondo del Antiguo Testamento 

Ahora queremos remachar la preparación que Dios dejó en cuanto al cambio de día. El guardar el primer día de la semana no surge solamente porque Jesucristo resucitó ese día. Más bien, Jesús resucitó el primer día de la semana en cumplimiento de una larga preparación de Dios en el Antiguo Testamento: 

1. Dios bendijo el séptimo día como final de su creación, pero para Adán fue su primer día entero en la tierra. El día de reposo para el hombre fue el comienzo de su vida en la tierra, así como la resurrección de Cristo es el fundamento de la nueva creación para la Iglesia (2 Co. 5:17). En ambos casos el día de reposo es un ‘primer día’. Si bien el enfoque de Adán e Israel era mirar hacia atrás, hacia la creación, había un elemento esencial de expectativa en el día de reposo. Esto lo hemos tratado en artículos anteriores.

2. Varias fiestas importantes de Israel se realizaban el primer día de la semana. Las primicias se ofrecían el primer día de la semana (Lv. 23:11). Luego pentecostés, que era la consumación de la cosecha (siete semanas cumplidas después de las primicias), se celebraba un primer día de la semana. El derramamiento del Espíritu Santo en nuestro corazón es ‘las primicias’ según Romanos 8:23, y ya hemos mencionado que el día de pentecostés en Hechos 2 tenía que haber sucedido en un primer día de la semana. Desde el Antiguo Testamento Dios estaba preparando a su pueblo para estar a la expectativa que después de su rutina ordinaria vendría algo especial. Esta simbología preparó la Iglesia para el cambio en su semana. 

3. La fiesta de tabernáculos se celebraba el primer día de la semana (Lv. 23:35, 39). Recordemos que esta fiesta celebraba la liberación de Egipto, cuando los israelitas tenía que habitar en tiendas. El hecho de que Dios colocó su observación en el primer día de la semana miraba hacia un futuro, hacia una nueva liberación. Estamos notando que Dios pidió la observación de varias fiestas en el primer día de la semana. Estas fiestas tenían que ver directamente con la salvación de Egipto, y la bendición de su nueva tierra. Al resucitar el primer día de la semana, Jesucristo estaba cumpliendo la liberación final y real del pueblo de Dios. 

4. Es probable que la misma pascua y panes sin levadura era el primer día de la semana. Siguiendo el patrón de las fiestas de las primicias y de pentecostés que incluían dos sábados y un primer día, la pascua parece obedecer este mismo patrón: 14 días y el día 15 (Lv. 23:5-6). Si esto es cierto, quiere decir que las tres fiestas principales del Antiguo Testamento fueron realizados el primer día de la semana. Miraban hacia la obra consumada de Jesucristo, un día de reposo el primer día de la semana.

Dios estaba preparando su pueblo para una nueva creación, la redención en Cristo. Ahora la Iglesia reposa en el día que Jesucristo ganó la victoria. No se borra todo lo que significaba el día de reposo (ver artículos anteriores), sino que se sella todo en el día en que Jesús resucitó. Ahora se añade al día de reposo el elemento más importante: que todo su significado se recibe y se celebra en Cristo Jesús. Por eso era necesario el cambio del día. El ‘día del Señor’ es nada menos que el mismo día que Dios venía anunciando desde Levítico, que la victoria y las bendiciones del nuevo pacto vienen en Cristo y su resurrección el primer día de la semana. El cuarto mandamiento todavía está vigente: seis días de trabajo y uno de reposo. Pero ahora reposamos en la plenitud de la victoria ganada, no solamente en su espera. El cambio de día es un cambio en ‘peso simbólico’, por decirlo así. Se ha cumplido en Cristo lo que Dios estaba anunciando en las ceremonias de la ley. El cambio de día no abroga la esencia del día de reposo, sino que confirma que todos sus beneficios se reciben en el Resucitado. 

Respuesta a algunas objeciones 

Existen algunos pasajes en el Nuevo Testamento que parecerían llevar a la abolición del día de reposo. Estos pasajes son Romanos 14:9, Gálatas 4:9-11 y Colosenses 2:16-17. Aún Juan Calvino los interpretaba como prueba de que el concepto de reposo había terminado, y propone que el día fue cambiado a domingo para guardar la Iglesia de supersticiones judías, y para proveer un día de orden y culto. Pero si utilizamos estos pasajes para borrar todo significado de todo día, probamos demasiado. 

Si el lector que ha seguido nuestra serie está de acuerdo con que: 1) el día de reposo fue establecido en la misma creación del hombre; 2) Jesús afirmó y no abolió el día de reposo; y 3) que el ‘día del Señor’ es el cumplimiento de la ley sin que sea abolido. Entonces debemos buscar en estos pasajes una interpretación coherente con el resto de las Escrituras, siguiendo el principio de que los pasajes más claros interpretan los pasajes más oscuros. 

Un problema para la interpretación de estos pasajes es que no tenemos a mano los problemas específicos que se estaban dando. Sólo tenemos la respuesta de Pablo. Es posible que si tuviéramos la inquietud de la iglesia respectiva, todo se nos aclararía fácilmente. Siendo así, después de revisar las varias interpretaciones, creo que la mejor forma de entender estos pasajes tiene que ver con la tentación de algunos miembros en la iglesia de volver a guardar el día sábado con los judíos, en lugar de celebrar el domingo como el ‘día del Señor’. El contexto de los pasajes manifiesta que buscaban agradar a Dios guardando la forma religiosa de los judíos, y esto Pablo pelea vigorosamente en estas tres cartas. Volver al sábado judío era como volver a la circuncisión, u otro rito judaico. El punto de Pablo es que aquellas cosas apuntaban hacia Cristo, y encontramos nuestra justicia y redención sólo en Cristo. Adorar a Cristo ahora se hace el día domingo, no en los días de fiestas judaicas ni tampoco el día sábado. 

Aún con todo y estos pasajes, las personas que quieren abolir el día de reposo tienen más dificultades, dado el inmenso testimonio bíblico al respecto. Su alcance corre desde la creación hasta la consumación, y abarca toda faceta de la salvación. El fundamento para guardar y celebrar este día descansa en mucho más que un par de pasajes. 

Una última observación 

En su ministerio terrenal Jesús enfatizó uno de los elementos principales del día de reposo: el de practicar la misericordia. Ya que este día señala la salvación gratuita de Dios, es muy apropiado tomar este día para la práctica de la misericordia. No podemos examinar la relación entre el día de reposo y el año de jubileo (que básicamente era todo un año sabático de reposo), pero incluido en el día de reposo era un llamado a socorrer al débil, al perdido, y al pobre. Jesús manifestó este elemento cabalmente en su ministerio, rompiendo las tradiciones de los legalistas, y devolviendo al día su verdadero gozo: el ser hallado y socorrido por el Salvador. La Iglesia hoy en día exalta los propósitos de Dios cuando no sólo asiste a culto, sino que realiza obras de misericordia el día domingo. 

Conclusión 

Hemos concluido este estudio sobre el día de reposo. Las riquezas de su significado son motivo de gozo y fortaleza espiritual para el creyente. Es nuestra convicción de que la naturaleza mundana imperante hoy en la Iglesia se debe en parte a un enfoque endeble de esta señal de pacto que Dios nos ha dado. Confío que el pastor que enseñe el robusto significado de este día hallará un apoyo para su ministerio, ya que al celebrar el día domingo como Dios quiere, la congregación tendrá una señal concreta de su salvación en Cristo.

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