¿SE NECESITA UNA CONFRATERNIDAD DE IGLESIAS REFORMADAS?

por Guillermo Green

Reforma Siglo XXI, Vol. 1, No. 1

En 1994 se comenzaron las primeras conversaciones que resultaron en la formación del World Fellowship of Reformed Churches (Confraternidad Mundial de Iglesias Reformadas), y su expresión regional en Latinoamérica, la Confraternidad Latinoamericana de Iglesias Reformadas (CLIR). Las tres iglesias organizadoras fueron la Iglesia Nacional Presbiteriana de México, la Presbyterian Church in America, y la Igreja Presbiteriana do Brasil. Desde este tiempo se han afiliado más de una docena de iglesias en Latinoamérica, África y la India. En este artículo vamos a explorar algunos de los factores que hacen urgentes las relaciones fraternales entre las iglesias reformadas.

Este siglo ha presenciado la explosión de dos cosas que tendrá un impacto formidable en el futuro del mundo hasta donde podamos ver. La explosión urbana es la primera. Según las estadísticas de David Barrett, al principio de este siglo apenas 14% de la población mundial vivía en condiciones urbanas. Hoy presenciamos una población urbana que compone casi el 50% de la población mundial – esto en un sólo siglo! (Barrett, 1999: 25) Se cree que el porcentaje de la población urbana durante la historia humana oscilaba alrededor del 10%. Esto quiere decir que aún las civilizaciones “desarrolladas” en el pasado (podríamos pensar en Egipto, la China, Grecia, Roma) tenían la gran parte de su gente en los campos rurales. Esto por supuesto tenía una gran influencia en sus valores y las estructuras sociales y culturales. Por primera vez en la historia del mundo tenemos un giro masivo hacia culturas urbanas, civilizaciones urbanas.

Han habido muchos estudios sobre los cambios gigantescos que ha ejercido la urbanización del mundo. Siendo un fenómeno global, están surgiendo muchos de las mismas manifestaciones sin respeto a cultura y sociedad. Por ejemplo, la pobreza urbana en todo el mundo comparte los mismos problemas de vivienda, salud, trabajo, familia e identidad. Otro efecto del urbanismo que ninguna cultura ha resistido, es el individualismo. Los grandes centros de población hoy en día son los lugares de la más grande soledad. Nuestras ciudades han incubado un individualismo cruel, donde por lo general sobran trabajadores y falta el trabajo, convirtiendo al individuo en un instrumento de producción, nada más. La familia ha sufrido también en los centros urbanos, y los divorcios, separaciones y falta de solidaridad van en incremento en muchas partes. Por ejemplo, en Costa Rica la familia extendida ha sido de gran valor en el pasado. Muchas familias todavía guardan relaciones estrechas con sus padres y hermanos, tíos y tías. Pero a la vez estamos viendo el incremento de personas desligadas de una estructura familiar. Cuando los padres se divorcian (que hoy es frecuente), y se vuelven a juntar con otra persona, tal vez los niños se van de la casa para escapar un padrastro cruel, o las malas costumbres de drogas o alcohol les gana el ser echado de la casa, y estas personas comienzan a rodar sin apoyo de una familia extendida. A la vez la presión de ganar dinero en un mundo urbano, bajo la penumbra de un consumismo desbordado, ha impulsado a muchas de las madres a trabajar fuera del hogar, creando otra serie de presiones sociales y relacionales. Muchas culturas que gozaban de una estructura familiar sana y sólida ha sucumbido a las fuerzas devastadoras de la ciudad. La globalización ha acompañado el urbanismo, ligando las economías del mundo en redes complejas. Todos sienten que estas economías son manejadas por fuerzas muy poderosas, pero hay un sentido de fatalismo en cuanto a poder cambiar el rumbo. La globalización ha afectado fuertemente a muchas culturas, insertando valores ajenos y creando una nueva cultura de mezcla entre lo viejo y lo nuevo.

Y por último, el conjunto de factores ha afectado a la espiritualidad. Por lo general, las religiones tradicionales se debilitan cuando las personas llegan a la ciudad porque ya no gozan de las estructuras religiosas anteriores, muchas de las cuales estaban relacionadas con la familia. Hoy muchos hijos de padres muy religiosos no practican ninguna religión. Millones de personas viven atrapadas en la red del consumismo, con el dólar por su dios. Por otro lado, estamos viendo un resurgimiento de un especie de politeísmo, un pluralismo religioso. Este movimiento amorfo muchas veces combina de manera conveniente corrientes locales de espiritismo con otras ideas importadas – en especial un gnosticismo que se adapta a la situación. Es imposible medir, pero a través de conversaciones con vendedores de libros he podido comprobar que en algunos países de Latinoamérica y Europa el tráfico ya masivo de libros tocando la Nueva Era, Buddhismo, y temas gnósticos no da abasto para la demanda. Al debilitarse las religiones tradicionales, muchas veces hay más oportunidad para el evangelio. Pero a la vez, las nuevas religiones pluralistas, diseñadas para ayudar al consumista a sobrevivir en su nuevo mundo urbano, presentan desafíos importantes para la Iglesia.

Resumiendo este primer punto – el urbanismo ha efectuado cambios profundos y permanentes en muchas sociedades. Estos cambios traen una serie de desafíos importantes para la Iglesia. Sobre todo, el hecho de que muchas de las ciudades del mundo enfrentan los mismos desafíos nos plantea un nuevo reto y una nueva oportunidad – la coordinación del trabajo en relaciones más estrechas. La complejidad de los problemas exige respuestas integrales y coordinadas. La interrelación de las economías y las culturas hoy facilitan y exigen un enfoque global. Dado que las causas y los resultados del pecado en nuestro medio ya no son limitados a nuestra propia aldea, tenemos que llevar la gracia y la justicia de Dios más allá que nuestra aldea también. Esto puede ser logrado a través de las estructuras de confraternidades. Una confraternidad funcionando bien podría permitir el compartir de información, recursos humanos y materiales, además de proveer comunión y apoyo espiritual y moral para enfrentar el mundo tempestuoso en que vivimos. Regresaremos a este punto.

La segunda explosión ha sido el movimiento pentecostal y carismática. De inexistencia a principios de este siglo, el movimiento cuenta hoy con aproximadamente 482,000,000 personas – compuesto de miembros de denominaciones pentecostales, pero también dentro de otras denominaciones tradicionales (Barrett, 1999: 25). Aunque fuera mucho menos, todavía representa el bloque más grande después de la Iglesia Católica entre los movimientos Cristianos. La presencia pentecostal, junto con las aberraciones que ha engendrado, representa uno de los desafíos más grandes para las iglesias históricas. El éxito que el pentecostalismo ha tenido en usar los medios masivos ha creado todo una atmósfera dentro del cual, querer o no, las otras iglesias protestantes tienen que trabajar. Este factor ha añadido otra complejidad al trabajo de nuestras iglesias reformadas en Latinoamérica. Enfrentamos no sólo la religión tradicional Católica, no sólo las presiones del urbanismo, sino todo esto dentro de un contexto que ha sido influenciado por el pentecostalismo. En mis viajes a diferentes partes me ha maravillado las similaridades de la presencia pentecostal y ahora neo-pentecostal.

La “globalización del pentecostalismo”, si se puede llamarlo así, debe ser estudiado con mucho cuidado. Ha habido varios estudios desde diferentes enfoques – religioso, social – pero en mi opinión hace falta todavía un análisis combinando las raíces históricas y teológicas con un estudio del crecimiento explosivo y sus causas. De especial importancia sería un análisis de la evolución del pentecostalismo al neo-pentecostalismo, con su énfasis en la prosperidad, la psicología, y el culto organizado para entretener y divertir.

Sabemos que la respuesta de las iglesias presbiterianas y reformadas ha sido variada frente al pentecostalismo. Algunas simplemente lo ignoran. Otros asimilan discretamente algunos elementos de su culto y aún su teología. Otras reaccionan en contra. Una cosa es cierta – es un fenómeno que todos enfrentan, y no se va a desaparecer en el cercano futuro. Si no hemos llegado al convencimiento de unirnos al pentecostalismo, entonces requerirá una postura consciente en nuestras iglesias. La presencia global de los pentecostales pide un diálogo internacional de parte de las iglesias de trasfondo reformado. Las experiencias en un lugar podrán enriquecer las iglesias en otra parte.

En este siglo ha habido varios esfuerzos e intentos de colaboración entre denominaciones protestantes. Norman Thomas traza varias corrientes que salieron de la conferencia sobre las misiones en Edinburgo, en 1910. Algunas de estas corrientes se juntaron para formar la actual Consejo Mundial de Iglesias (Thomas, 1996:148-152). Por otro lado, comenzando en el siglo pasado, algunas iglesias evangélicas iniciaron la “Alianza Evangelica” (Evangelical Alliance) en 1846. En la primera reunión en Londres 800 líderes de cincuenta y dos denominaciones decidieron formar una confraternidad evangélica para expresar su unidad en Cristo. Es interesante notar el papel formativo que tuvieron los presbiterianos en esta asamblea (Fuller, 1996: 160). De esta confraternidad salió la presente Confraternidad Mundial Evangélica (World Evangelical Fellowship, WEF), y su declaración doctrinal sigue siendo en gran parte aquella que formó la base para la Alianza Evangélica.

Los resultados de estos consejos y alianzas han sido variados. Sin embargo, nadie puede negar que muchos beneficios han sido compartidos. El sólo hecho de las protestas contra la persecución en algunos países, y la liberación de muchas personas, justifica su existencia. Los muchos recursos que se han hecho disponibles, y la coordinación de ministerios importantes, son algunos de los beneficios compartidos.

Los resultados de las alianzas han sido ligados, sin embargo, a la claridad o falta de claridad de la visión de cada una. La mayoría comenzaron con deseos de expresar la unidad de las iglesias, y de fomentar comunión entre Cristianos. Después fueron saliendo otras metas en el camino. Hoy, por ejemplo, la Confraternidad Mundial Evangélica (WEF) promueve varias facetas, según Fuller, entre los cuales son aspectos de unidad, enriquecimiento de las iglesias, acción social, libertad religiosa, misiones y teología (Fuller, 1996: 161). Pero la WEF no comenzó con todas estas tareas, y obviamente no todas las iglesias miembros se involucran en todas estas actividades.

La necesidad de una confraternidad reformada

La consideración de dos cosas nos puede aclarar la necesidad urgente de una confraternidad de iglesias de herencia reformada.

En primer lugar, nuestro trabajo en Latinoamérica enfrenta las fuerzas que arriba mencionamos. El urbanismo rápido de grandes partes de nuestro continente, los cambios en la familia y la sociedad, y los desafíos espirituales exigen una respuesta inmediata y segura. La naturaleza global de estos problemas también exige que estrechemos manos en busca de las soluciones. Esto por dos motivos principales. 1) Algunas iglesias van adelante en su experiencia de fe y obediencia, mientras otras vienen atrás. En algunos países se ha enfrentado ya hace tiempo los retos que otros hasta ahora están empezando a ver. El amor fraternal impulsa al apoyo mutuo, la edificación de toda la Iglesia. Si un grupo tiene experiencias probadas y valiosas, pienso que tiene un deber cristiano de preocuparse por otros hermanos que están comenzando a enfrentar las mismas pruebas. Sería frialdad y desinteres dar la espalda a un hermano que podría beneficiarse de mis experiencias. 2) La existencia de muchos grupos pequeños en el campamento Reformado y Presbiteriano demanda una consideración de las otras iglesias. En muchos casos estas iglesias son producto de esfuerzos casi abortivos de misiones norteamericanas, dejando iglesias huérfanas esparcidas en varias partes de Latinoamerica. Ante las fuerzas y cambios sociales y religiosos algunos de estos grupos no han podido salir adelante con un esfuerzo reformado. Sus ministerios son débiles, sus líderes están desconectados de los otros grupos reformados, y sus recursos muy limitados. Muchos están estancados y no muestran crecimiento. Lo peor es que en la mayoría de los casos, estos grupos son casi la única expresión de la fe reformada en sus países. Creo que un interes Cristiano por estos hermanos de nuestra común fe, junto con una visión misionera, requieren un esfuerzo concentrado a favor de estas iglesias. A la vez, estos desafíos de mirar más allá de nuestras propias fronteras podrían servir para renovar nuestro compromiso con la evangelización mundial. Por estos dos motivos se hace patente la urgencia de comunicación entre las iglesias reformadas, de embarazarse de los desafíos que cada uno enfrenta. Tenemos en común un mismo mundo – caminando hacia el urbanismo, el globalismo y los problemas relacionados. Tenemos en común una misma fe. Tenemos en común una misma misión. La hora ha llegado de orar juntos, planear juntos, y trabajar juntos. La CLIR fue establecida hacia este fin.

En segundo lugar, el mundo teológico de hoy exige formas creativas y esfuerzos nuevos para responder a los desafíos que nos rodean. El reto del pentecostalismo y el neo-pentecostalismo no es pequeño. De hecho, algunos grupos Reformados y Presbiterianos han cedido gran lugar a valores provinientes de estos movimientos. Por otro lado, nuestra fe será enriquecida por la comunión entre hermanos de una misma herencia. Tal vez algunos grupos son muy fervientes en el evangelismo, y pueden estimular a otros. Tal vez algún grupo está perdiendo su identidad y necesita orientación de otros. 

La defensa de la sana doctrina es un motivo significativo por el cual estrechar relaciones. Para nadie es secreto que más de una denominación Reformada y Presbiteriana ha traicionado grandes elementos de la fe, y sin embargo, estas iglesias ejercen influencia en el mundo eclesiástico. Es un paso de valor unirnos, para que con una sola voz demos testimonio de la fe “una vez dejada a los santos”. Es un paso sabio unirnos a otros de convicción reformada para animarnos unos a otros en la tarea de guardar para nuestros hijos el tesororo de la fe sana.

Es urgente por muchas razones poner más atención a nuestras relaciones fraternales. Es sabio por muchas razones enlazar nuestro futuro con otros hermanos del mismo parecer. “En la multitud de consejos hay sabiduría.”

Obstáculos

Existen varios obstáculos sin embargo, que podrían impedir el buen funcionamiento de la confraternidad. Ofrezco las siguientes posibilidades:

1) La dependencia de iglesias o misiones norteamericanas y europeas. Tristemente he sido testigo del desinteres que tienen algunas iglesias por ayudar y ser ayudadas por iglesias reformadas hermanas de Latinoamérica, mientras muchos son muy prestos para correr a la agencia misionera. Esta dependencia escogida podrá ser “beneficiosa” a corto plazo, pero a largo plazo impedirá o matará del todo el dinamismo auctóctono que se requiere para un ministerio eficaz. No hay nada malo en que las misiones extranjeras trabajen. Pero cuando una ayuda fácil, sin costo, sin compromiso mutuo, reemplaza sudar juntos como hermanos – pues se pierde la iniciativa y la disciplina necesarias para la obra. La dependencia actual que muchas iglesias reformadas tienen para con agencias misioneras extranjeras es un obstáculo para que trabajen juntos con otras iglesias reformadas latinas.

2) Existe entre algunos grupos Reformados y Presbiterianos una cierta falta de identidad reformada. Esto podría ser resultado de una dependencia indebida en una agencia misionera que tal vez no logró comunicar la fe reformada. Por otro lado existen personas aparentamente aburridas con su fe reformada y quieren “abrirse” a otras ideas, otros elementos. Cuando quedan sin definirse – estos “otros” elementos – sucede una crisis de identidad. Se quiere algo nuevo, pero no está definido. La falta de identidad sería un obstáculo para colaborar con una confraternidad reformada.

3) La falta de una visión más allá de nuestra frontera. Una iglesia introvertida no se interesará en ayudar a otros, ni ser ayudado por otros. Como alguien ha dicho, debemos cultivar una visión global en nuestro trabajo local. Dios nos ha llamado a un trabajo comprometido con un lugar específico, un trabajo local. Pero será fortalecido nuestro trabajo local entre tanto que estemos enriquecidos por la iglesia global.

4) La falta de entender el poder demoniaco en las corrientes de hoy. La biblia enseña claramente que nuestra lucha es espiritual. Todos los factores que hemos tocado en este artículo que presentan desafíos para la iglesia tienen su aspecto demoniaco. El diablo y el pecado obran a través de la pobreza, el consumismo, el politeísmo, y el individualismo. Nuestra lucha es contra un solo reino, el reino de las tinieblas. La iglesia no puede darse el lujo de estar desunida. Nos necesitamos unos a otros en un sentido muy profundo. Sabemos que la victoria se ganará por medio de nuestro testimonio, por la oración, por la extensión del reino de Dios en medio de aflicción. La apatía adormece y entorpece. Si no entendemos las consecuencias eternas de nuestro trabajo, tampoco nos interesará el ministerio del otro. Pero cuando nos damos cuenta que está en juego el destino eterno de nuestros pueblos, nuestras ciudades, nuestra gente, entonces habrá deseos de unirnos en oración, en la comunión, en la mutua exhortación, y en el trabajo.

La Confraternidad Mundial de Iglesias Reformadas, junto con la CLIR, han sido formadas para fomentar la comunión entre iglesias reformadas y presbiterianas, con el fin de capacitar líderes y realizar una mejor evangelización de nuestro mundo. La visión desde el principio ha sido clara – comunión y trabajo, compañerismo y servicio. Los trastornos de nuestro mundo piden a gritos una respuesta divina. El tiempo va pasando. ¿Estaremos demasiado ocupados de mil cosas mientras pasan grandes oportunidades para el evangelio? ¿Gastaremos nuestras energías en cosas secundarias mientras Dios usa a otros para cosechar su mies? Hoy es el día para que formemos juntos un ejercito para el Señor, fundado en nuestra fe bíblica y reformada, estrechando las manos – unos más grandes, otros más pequeños, unos más fuertes, otros más débiles – a ratos jalando y a ratos empujando – con “los ojos puestos en Jesús, Autor y consumador de la fe.”

Dios ha bendecido la Confraternidad con un buen comienzo. Pero falta muchisimo para que esté funcionando a todo vapor. ¿Podemos contar con usted, mi hermano?

Obras citadas

Barrett, David B. y Johnson Todd M. “Annual Statistical Table on Global Mission: 1999″. International Bulletin of Missionary Research, vol. 23, No.1, Jan. 1999.

Fuller, W. Harold. “From the Evangelical Alliance to the World Evangelical Fellowship: 150 Years of Unity with a Mission”. International Bulletin of Missionary Research, Vol. 20., No. 4, Oct. 1996.

Thomas, Norman E. “World Mission Conferences: What Impact to They Have?” International Bulletin of Missionary Research, Vol. 20., No. 4, Oct. 1996.

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