PETICIONES Y ORACIONES BÍBLICAS

Por  Alexander Gatgens

Reforma Siglo XXI, Vol. 8, No. 2

En estos tiempos en que la Iglesia esta padeciendo de permeabilidad e infiltración pagana, de tolerancia y sincretismo, se han suscitado muchas malas prácticas y desviaos perniciosos en el “que hacer ” de las Iglesias. Un aspecto que no ha escapado a estos flagelos es el ejercicio cristiano de la oración y la petición.

La oración es una especie de comunicación entre Dios y los hombres y nace de una necesidad inherente de clamar a Dios, de manifestarle nuestras angustias, carencias y alegrías. 

Según Juan Calvino hay varias razones importantes para ejercer la oración, a saber;

1- Para buscarle, amarle y honrarle

2- Para no ocultarle ninguno de nuestros deseos

3- Para prepararnos a recibir sus beneficios

4- Para darle las gracias por sus beneficios

5- Para convencernos que ha oído nuestras peticiones

6- Para que esta continua manera de buscarle confirme en nosotros su providencia (La Institución (Libro III, Cap. XX, 3)

Todo esto apoya y confirma nuestra fe en Dios y su Palabra. Sin embargo, vemos como el concepto de “oración” se ha tergiversado. 

En el Boletín Teológico Reforma Siglo 21, de Noviembre 2005, podemos apreciar él artículo de Brian Flynn, “La oración contemplativa: otro ataque de la Nueva Era”. Flynn nos comenta como esta practica pagana se esta infiltrando en la Iglesia Protestante y denuncia este tipo de oración mística y animista, donde se alcanzan estados alterados de la conciencia o el llamado “silencio”, que según sus practicantes es el mismísimo contacto con lo divino. También la conocida doctrina de “La Prosperidad” ha contaminando la correcta forma de pedir y comunicarse con Dios, ya que enseña a “ungir, declarar y reclamar” objetos y personas para obtenerlos, como por ejemplo; electrodomésticos, muebles, casas, carros, novios y esposos. Enseña a “exigir con autoridad” las promesas de Dios, a orar de manera casi eufórica y a grandes voces. Algunos enseñan “la oración fuerte al Espíritu Santo, para dejar de sufrir” y otras prácticas no-bíblicas. 

Si bien es cierto que nosotros los creyentes tenemos a un Dios al cual podemos clamar para recibir sus beneficios, lo debemos hacer de una manera bíblica. A continuación se citarán diferentes pasajes bíblicos, donde se muestran aspectos importantes en cuanto a la oración y la petición en la Biblia, de cómo el Señor reacciona y contesta, del como la actitud y objetivos de los oradores movieron “La Mano de Dios” a diestra, pero también a siniestra, según fue su voluntad. Todo esto con la intención de conocer y reflexionar sobre las enseñanzas bíblicas en torno a este tema.

Para plantear esto propongo tres supuestos, a saber: 

1- Dios contesta muchas oraciones, mas bien para castigar a los oradores por pedir mal y en contra de su voluntad.

2- Dios escucha las oraciones y peticiones pero algunas veces no las aprueba ni las cumple porque no son acordes con su voluntad o por que nos quiere enseñar algo.

3- A Dios, debemos pedirle con humildad y reverencia

Para analizar y concluir estos argumentos primero buscaremos sus contextos bíblicos, lo cual es muy importante en asuntos de consultar versículos de este Libro, que no se debe de hacer en forma aislada o fuera de contexto, pues de esto se valen muchos para manipular su contenido.

Cuando se pide en contra de la voluntad de Dios

Dios contesta muchas oraciones pero más bien para castigar a los oradores por pedir y desear cosas contra su voluntad y pedir mal. Podemos citar algunos ejemplos de esto:

Números 11:18-20: “Pero al pueblo dirás santificaos para mañana y comeréis carne, por que habéis llorado a oídos de Jehová diciendo ¡Quién nos diera de comer carne! ¡Ciertamente estábamos mejor en Egipto! Jehová pues, os dará a comer carne y comeréis no un día, ni dos días, ni cinco días, ni veinte días, si no hasta un mes entero, hasta que os salga por las narices y la aborrezcáis, por cuanto menospreciasteis a Jehová que esta en medio de vosotros”.

Israel, quizás incitado por extranjeros y otros, pedían carne, pues estaban aburridos de comer maná. Fueron a la tienda de Moisés a llorar y a pedir carne. Moisés clamó a Jehová, quejándose más bien, de la carga que significaba este pueblo para él, pues siempre se estaban quejando y llorando delante del él. Dios se encendió en ira contra Israel, pero Él envía milagrosamente codornices sobre el campamento, las cuales se podían recoger por centenas (según nota de pie de pagina de la Biblia Reina Valera 1995 de Estudio, cada uno recogía 10 montones u homeres que podrían equivaler a 263 pulgadas cúbicas en términos de capacidad, según conversión y tabla de pesas y medidas de esta misma versión).

Dice los vs. 33-34, de este mismo capitulo, que aún estaban masticando cuando la ira de Dios se encendió contra el pueblo y se desató una plaga muy grande, no especifica que tipo de plaga pero dice que allí sepultaron un pueblo. El lugar fue llamado Kibrot-ataava, que en hebreo significa tumbas de la gula. Dios contestó y cumplió el deseo del pueblo pero lo hizo para hacer justicia contra ellos y destruirlos.

Otra ejemplo es la petición que hizo el pueblo de Israel a Samuel y su cumplimiento departe de Dios, cuando pidieron un rey.

1 Samuel 12:13 “Ahora pues, aquí tenéis al Rey que habéis elegido, el cual pedisteis, ya veis que Jehová os ha dado un Rey.”

En el 8:6-7 de este mismo libro, es claro que la petición que hizo Israel no era del agrado de Dios ni de Samuel; “Pero no agradó a Samuel que le dijeran ‘danos un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones’ y oró a Jehová. Y dijo Jehová a Samuel: “Oye la voz del pueblo en todo lo que ellos digan, por que no te han desechado a ti si no a mí me han desechado para que no reine sobre ellos”. Sin embargo, Dios accede y las consecuencias son conocidas mas adelante en 12:14-19.

Dios cumplió los deseos de su pueblo sabiendo que no iba a ser bueno para ellos y que Saúl no era el indicado para esa labor. Es claro que no era su voluntad, pues Israel lo estaba apartando a Él, a Dios, y a su siervo Samuel y estaban pidiendo ser guiados por un hombre como todos los demás pueblos de la tierra. Ser gobernados por el mismísimo Dios era una gran distinción que los caracterizaba de los demás pueblos de la tierra. Israel tenía a Dios por Rey, pero lo desecharon. Saúl cayo en pecado y desobedeció a Dios, y de esta manera estaba arrastrando a toda la nación a desobedecer y apartarse de Dios (Cap. 15 vs 1-3 / 11).

Otro pasaje útil para enfocar nuestro punto es el capitulo 22 de 1 Reyes donde se relata la profecía de Micaías sobre la derrota del Rey Acab. Los reyes de Israel y de Judá en aquel entonces solían pedir a los profetas que consultaran a Jehová sobre asuntos de guerra. En esta ocasión, dice el relato, que el rey Josafat de Judá descendió a Acab, rey de Israel, para convencerlo de tomar juntos las armas contra los Sirios y arrebatarles la cuidad de Ramot de Galaad. Para esto consultaron a la palabra Dios por medio de los cuatrocientos profetas de Israel y ellos dijeron: ‘Sube, por que Jehová la entregara en manos del rey.’ Sin embargo, aun faltaba de profetizar Micaías, el cual no era del agrado de Acab, pues este siempre profetizaba mal para el rey (vs. 8). Entonces vino Micaías y dijo lo que había visto en visión:

“Yo vi a Jehová sentado en su trono, y todo él ejercito de los cielos estaba junto a Él… y Jehová dijo: ¿Quién inducirá a Acab, para que suba y caiga en Ramot de Galaad?…Y salió un espíritu y se puso delante de Jehová y dijo: yo lo induciré…. ¿De que manera?…..Yo saldré y seré un espíritu de mentira en la boca de todos sus profetas…. Le inducirás, y aun lo conseguirás, ve pues y hazlo así.”

En el capitulo anterior Elías ya había profetizado contra Acab, pues estaba haciendo mal delante de los ojos de Dios. Además, su mujer Jezabel era una mala influencia para el rey. Además el capitulo 22 comienza diciendo que habían pasado tres anos sin guerra entre los sirios e Israel, lo cual hace parecer que había paz entre estos pueblos. 

Este relato nos muestra como Dios usó un espíritu de mentira para deshacerse de Acab el cual no estaba obrando de acuerdo a su voluntad. Los profetas pidieron revelación a Jehová y les contestó con una revelación falsa para llevar a la muerte a Acab. Era costumbre pedir la guía y la aprobación de Dios para asuntos tan importantes. Es evidente que Dios no quería esta guerra ni estaba de parte del rey.

Hemos visto como Dios puede tornar una mala petición en un terrible castigo, en estos ejemplos, el mismo pueblo pide carne, pide un rey y por ultimo pide la revelación y el favor de Dios en la guerra y Dios escuchó y contestó de manera negativa.

Por otro lado en 1 Cor. 10:31 dice: “Si pues coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios”. Si mi individualismo, mi ego y mi inconstancia no se señorearan de mi, esto permitiría seguramente que yo practicara mejor mi fe, de tal manera que haría todo pensando en la gloria de Dios y no en otra cosa.

John White, dice 

“… Dios lo eligió a usted para integrar una mesa directiva celestial, para deliberar con Él, acerca de asuntos que afectan el destino del mundo. Advertirá inmediatamente la importancia que adquiere la oración. No está centrada primariamente en mis pequeñas necesidades y aflicciones. Por supuesto, Dios se interesa en ellas y ocupan un lugar en su agenda. Pero la lista de oración ha sido elaborada en el cielo y trata asuntos de tremenda importancia.” (Oración: Un Dialogo que Cambia Vidas, pag. #20). 

Nuestras peticiones siempre deben ser acorde con los principios cristianos y la voluntad de Dios. En un comentario de La Institución, Juan Calvino dice que Dios reprocha la ingratitud de Israel en varios versículos, por cuanto no lo obedecieron, a pesar de que Él los llenó de bendiciones y prosperidad. Por tanto no podemos excusarnos ante Él, mucho menos diciendo que solo deseamos la prosperidad y que nuestras angustias nos arrastran a no obedecer. (Institución, Libro II, Cap V, 11).

Nuestras propias necesidades y angustias no deben contaminar nuestra correcta manera de pedir y orar. El Espíritu debe guiar al corazón, nuestras emociones deben sujetarse a las prioridades de Dios. El mismo Señor Jesús en Getsemaní (Mateo 26:39), depuso sus sentimientos a la voluntad de su Padre. Si no hubiera hecho esto y Dios no hubiera puesto eso en su espíritu, no habría llegado a la cruz. Esto no quiere decir que las emociones sean malas, pues las Escrituras enseñan que la verdadera religión se encuentra también en nuestras emociones: en el temor, la esperanza, el amor, la gratitud, la compasión, el celo, etc. Podemos encontrar muchos pasajes bíblicos relacionados con estas emociones. Simplemente debemos aprender a usarlas como Dios quiere que lo hagamos, según su Palabra y no dejarlas al servicio de la “carne” y del “yo”.

Cuando Dios dice: « ¡No !»

Dios escucha las oraciones y peticiones, pero algunas veces no las aprueba o no las cumple, por que no son de su agrado, por que no son acorde con su santa voluntad o por que nos quiere enseñar algo. Veamos ejemplos:

Deuteronomio 3:23-26 : “Y oré a Jehová en aquel tiempo diciendo: Señor Jehová, tu has comenzado a mostrar a tu siervo tu grandeza….Pase yo, te ruego, y vea aquella tierra buena que esta mas allá del Jordán, aquel buen monte y el Líbano. Pero Jehová se había enojado contra mi….y me dijo: , ¡Basta! no me hables mas de este asunto.”

Hasta este momento, según capitulo 3 de este libro, Dios estaba con Israel y Moisés y les daba la victoria sobre los ocupantes de la Tierra Prometida. Todavía Moisés era líder absoluto del pueblo y tenía autoridad para repartir las tierras conquistadas y hablaba con Dios y El le escuchaba. Pero ya Jehová había dicho que ni Aarón ni Moisés entrarían a la Tierra Prometida (Números 20:12).

El gran caudillo y socio de Dios, Moisés, había fallado al Señor cuando golpeó la peña para darle agua al pueblo rebelde y rencilloso. Allí en Meriba, Dios decreto firmemente la suerte de su siervo y dijo, ‘¡No entrarás!’. Cuando ya estaban cerca de Canaán, situado al otro lado del Jordán y cuando ya habían conquistado a los mas formidables enemigos, Moisés apela y clama a Dios para que permita su entrada y su paso al otro lado del Jordán y Dios dijo, ‘¡No!’

2 Corintios 12:7-9 “Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltara, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca, respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor que lo quite de mí. Y me a dicho: ‘Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad.’”

En el Capitulo 12 Pablo habla entre otras cosas que él visitó el tercer cielo, diciendo que por esto no le conviene gloriarse de sí mismo. De tal manera que Dios usa un aguijón o mensajero satánico para evitar que Pablo se enalteciera de su ministerio y de sus dones como apóstol.

Siendo Pablo un ministro de Dios y un hombre de fe, Dios no aprueba su petición, la cual hizo tres veces, pues es su propósito con Pablo, Dios lo conocía bien y sabía lo que había en su corazón. No es que el Apóstol no orara con fe, o que su oración no fuera escuchada. Es que estaba orando contra la voluntad y los propósitos divinos. Aún y cuando Pablo sufre por esta causa Dios lo permitió para el bien de él, para enseñarle algo, y le dio otra salida, diciendole que se apoyara en la gracia que Él le ofrecía.

Marcos 10: 35-40 “Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se le acercaron, diciendo: Maestro queríamos que nos hagas lo que pidiéremos. Y les dijo ¿que queréis que hoz haga? concedenos que en tu gloria nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda….no sabéis lo que pedís. ¡Podéis beber del vaso que yo bebo o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?……pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda no es mio darlo sino aquellos para quienes esta preparado.”

Aún y cuando en los versículos anteriores Jesús había anunciado su muerte (vss. 32-34), tal parece que Jacobo y Juan no habían entendido el mensaje y estaban pidiendo compartir la gloria de Jesús. En Mateo 20:20, dice la escritura que fue la madre de Jacobo y Juan quien hizo la petición. No nos imaginamos una madre que quiera para sus hijos los padecimientos a los que se refiere Jesús cuando habla del vaso del cual beberá y del bautismo en el que será bautizado, la cruz.

En este pasaje vemos como los apóstoles en aquel momento ignoraban la voluntad de Dios, e ignoraban también la misión de Jesús. Ellos más bien pensaban en cosas vanas y terrenales, cómo compartir la gloria de un reinado utópico de Jesús en Israel, un reino de este mundo y no uno incorruptible como el que buscaba Jesús. De tal manera que esta petición no fue concedida, y más bien levantó molestia entre los otros apóstoles, como dice vs 41.

¿Cuántas veces pedimos algo que sabemos que no está bien, que nuestro sentido común nos dice que no es correcto, y aun así lo deseamos en nuestro corazón? Aquí podemos citar a Santiago 4:3 “Pedís, pero no recibís, por que pedís mal, para gastar en vuestros deleites” o como dice este autor Antheunis Janse: “…y como entre los cristianos aquella esperanza que vive de los sentimientos ya no se atreve a ser una esperanza en el prometido retorno de Cristo, así también esa vida de oración que se fija en aquello que necesita el corazón y en la tradición no tiene mas remedio que empobrecerse y deformarse. Lo que mantiene viva nuestra oración no es nuestra “personalidad cristiana”, por mas sincera y piadosa que sea, si no lo que la palabra de Dios nos dice.” (Los Justos en la Biblia, Antheunis Janse, pag 145).

El buen cristiano sabe que uno de los mayores enemigos de su fe es el corazón. No es por nada que Jeremías dice: “engañoso es el corazón mas que todas las cosas”. (Jer.17:9). Por otro lado, no podemos negar que el ministerio de Moisés era muy duro, llevando por el desierto a un pueblo “rebelde y rencilloso”, no fue nada fácil. Pero también sabemos que el Señor exige mas de ti, cuando mas cerca estás del El. Por un momento Moisés, se dejó llevar por sus propias emociones y golpeó la peña, ¡algo muy natural en un hombre!, dirá usted. Pero no debe ser así en un cristiano. Esto le costó muy caro a Moisés. Por estas razones debemos poner nuestros sentimientos y emociones bajo el dominio del Espíritu. La manera como Dios controló los afectos de Pablo, parece que fue muy dura, pero seguramente fue muy efectiva. Es una manera dura de ser disciplinado.

También quiero citar a Juan Calvino en su título: “Los afectos del corazón bajo el dominio del espíritu”, dice, “Por eso Dios para socorrer esta nuestra flaqueza, cuando oramos nos da su Espíritu por Maestro que nos dice qué es recto y justo y modere nuestros afectos. Pues como quiera que nosotros no sabemos ni que pedir como conviene, el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles (Ro. 8:26). No que literalmente ore y gima, si no que suscita en nosotros una confianza, unos deseos y tales suspiros, que las fuerzas naturales no podrían de modo alguno concebir” (La Institución, Libro III, Cap. XX, 3).

Con humildad y reverencia

Algunos dicen que se debe pedir a Dios ‘con autoridad’, argumentando que somos hijos de Dios, reyes y príncipes de su Reino. También se dice que Dios solo quiere prosperidad para sus hijos y debemos ‘reclamar las promesas’ y ‘desatar las bendiciones’.

En cuanto a pedir con autoridad, la Biblia no enseña tal cosa, mas bien enseña primero a humillarse delante de Dios. El Rey David inspirado por Dios y manifestando sus grandezas, oraba con humildad y reverencia en 1 Crónicas 29: 14,15: “¿Por qué quién soy yo y quien es mi pueblo para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes?, pues todo es tuyo….Porque nosotros extranjeros y advenedizos somos delante de ti, cual sombra que no dura”.

También en Esdras 8: 21-23: “Allí junto al río de Ahava, proclamé ayuno para humillarnos delante de nuestro Dios”. Aún y cuando en capitulo 7:6 dice que “la mano de Jehová estaba sobre Esdras”, él se humilla y pide con reverencia ayuda a Dios. Igual actitud fue la de Jeremías en capitulo 1: 4-11, siendo un profeta de Dios. En 1 Pedro 5:6 dice: “humillaos, pues bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte cuando fuere tiempo”. Esta misma “mano de Dios” es la que “da”, así como la que hace justicia.

Ahora es cierto que en Cristo podemos entrar confiadamente al trono de la gracia, pero lo debemos hacer con la misma actitud de David y de Esdras. En Hechos 4:24 “Y ellos habiendo oído alzaron unánimes la voz a Dios y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay“. Esto sucedió después que Pedro y Juan fueron liberados del concilio y se reunieron con los “suyos” y oraron de esa manera. Primero exaltaron la soberanía de Dios y luego lo exaltaron como Creador, mostrando temor y reverencia. También Pablo en Efesios 3:14 “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo“. Pablo muestra humillación y reverencia al doblar sus rodillas ante el Padre Celestial.

En estos pasajes podemos notar que los que oran, a pesar de que cuentan con el favor de Dios y conocen ampliamente las facultades de mediador de Jesucristo, no se atribuyen ninguna autoridad o preferencia para orar y pedir a Dios.

En cuanto al argumento que somos “reyes y príncipes” y por tanto tenemos autoridad y derecho a reclamar promesas, leemos en Apocalipsis 1:6: “y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre… ” También notemos Apocalípses 5:10: “y nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes y reinaremos sobre la tierra“. En ambos pasajes dice que hemos sido hechos reyes por Jesucristo y para Dios su Padre. Esta atribución se nos da, no en función nuestra, sino por Cristo y para Dios y dice que reinaremos no en esta tierra si no la nueva tierra que es la que se define en Apocalipsis. 

Debemos saber que Dios cumple sus promesas no por nosotros, sino por Él mismo. En Ezequiel 20:44 dice: “Y sabréis que yo soy Jehová, cuando haga con vosotros por amor a mí nombre, no según vuestros caminos malos ni según vuestras perversas obras … dice Jehová el Señor.” Todas las promesas y juramentos que Dios hace en la Biblia, están respaldadas por su Nombre, y Él las cumple no en función nuestra, sino por el juramento que Él se hizo a sí mismo, porque la Palabra dice que Dios juró por si mismo, no habiendo otro mayor. El Salmista dice: “confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor a su nombre”. No que yo me merezca que Dios me conforte y me guíe. Él lo hace por amor a su nombre y para cumplir sus promesas. Refiriéndose a Cristo en Colosenses 1:16 dice: “Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en el cielo y … en la tierra … todo fue creado por medio de él y para él, y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten…” Esto parece mostrar que las promesas y bendiciones de Dios tienen un propósito más alto que llenar nuestras propias necesidades.

Cómo pedir se nos explica mucho mejor en el Nuevo Testamento 

Mateo 6:8 “No os hagáis, pues semejantes a ellos, porque nuestro Padre sabe qué cosas tenéis necesidad antes que vosotros le pidáis”

Este capítulo tiene un interesante contexto, pues inicia hablando sobre la limosna. En comentario al pie de pagina se dice que los judíos tenían como principales practicas religiosas; la ayuda a los necesitados, la oración y el ayuno. En estos versículos se establece un contraste entre hacer los actos piadosos para ser vistos por los demás – “vuestra justicia”. Por el contrario, debemos hacerlos para que los vea Dios. El capitulo habla tanto del dar como del pedir, del dar a los demás, dice que debemos hacerlo sin que nadie lo sepa y orar o pedir, sin que nadie nos vea. En cuanto al cómo orar se describe en los versículos del 5 al 8. Después el mismo Señor Jesucristo nos da el ejemplo o el modelo por excelencia de la oración “El Padre Nuestro”. Por ultimo él capitulo tiene una serie de enseñanzas relacionadas con los esfuerzos y las necesidades materiales del hombre.

La Biblia dice que los fariseos amaban el orar en público, y el hacer toda clase de buenas obras delante de los demás. A esto Dios llama ‘hacer su propia justicia’, y Jesús enseña hacer todo esto en secreto. ¿Cómo se debe orar? En secreto, sin vanas repeticiones, sabiendo que el Padre ya conoce de antemano lo que necesitamos. Esto nos hace pensar que no es necesario andar con tanta palabrería, detalles y explicaciones y mucho menos hacerlo con un tono elevado de voz.

En versículo 32 contrasta la paz del creyente y esta forma de orar y pedir con la angustia de los gentiles por sus necesidades, e inmediatamente dice que primero se debe buscar el Reino de Dios y su justicia y estas cosas se añadirán. Como si haciendo una cosa, Dios se encargará de la otra. Pero tal parece que los fariseos y gentiles primero buscaban las añadiduras y después la justicia de Dios.

La oración modelo que nos dejó Jesús, expresa claramente las prioridades de Dios y su Reino, detallando así su contenido: una invocación a Dios y seis peticiones. Las primeras tres se refieren a Dios, a saber; Su Nombre, Su Reino y Su Voluntad y las demás se refieren al hombre en forma y sentido comunitario.

El resto del capitulo tiene títulos sobre: “el ayuno”, “tesoros en el cielo”, “lampara del cuerpo”, “Dios y las riquezas” y por ultimo “confianza en Dios”. 

El ayuno debe ser en secreto, sin que nadie se dé cuenta. Los tesoros que debe anhelar el creyente son los del cielo. El ojo avaro o malo anhela lo material. Desear las riquezas es contrario al reino de Dios, y por ultimo Jesús compara la naturaleza y las criaturas que Dios cuida, con la paz que debe tener el creyente si pone su confianza en Dios. Y esta confianza no es la que dice “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, como si nos fuera a dar todo lo que pedimos. Si nos fijamos en el contexto de este versículo (que mas bien ha pasado a ser una “frase”), podemos ver que Pablo dice en Fil 4:12 : “Sé vivir humildemente y sé tener abundancia; en todo y por todo esto estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad” La pregunta que nace aquí es: ¿Estamos enseñados y preparados para vivir en abundancia y también en escasez?

Romanos 8:26, que nos dice como el Espíritu nos ayuda a pedir a Dios, esta dentro del contexto de la “Vida en el Espíritu” y señala que los creyentes ya no andamos en la carne, si no en el Espíritu, o sea buscando las cosas espirituales. Dice también en el contexto anterior, que la creación esta sujeta a vanidad, pero que será liberada de la corrupción y por ello el espíritu gime esperando la libertad. Mas abajo en versículo 27, dice: él que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del espíritu que es conforme a la voluntad de Dios. Y de esta manera pide y ora el Espíritu, conforme a la voluntad de Dios.

Calvino define la oración así: “…por medio de la oración logramos llegar hasta aquellas riquezas que Dios tiene depositadas en sí mismo. Por ello es una especie de comunicación entre Dios y el hombre, mediante el cual entra en el Santuario Celestial y le recuerda sus promesas y le insta a que les muestre la realidad, cuando la necesidad lo requiera, que lo que han creído, simplemente en virtud de su palabra es verdad.”

Nuestra fe, cuando oramos, no debe estar puesta en nuestras palabras, en nuestra grandilocuencia y emotividad. Debe estar puesta en la verdad, que es la Palabra de Dios y lo que Él quiera hacer por nosotros, de acuerdo a Su santa voluntad. Y ¿por qué debe ser asií? Pues por que Dios lo dice en Santiago 4:13-17 “Ahora escuchen esto ustedes que dicen: ‘hoy o mañana iremos a tal o cual cuidad y ganaremos mucho dinero.’ ¡Y eso que ni siquiera saben que va a suceder mañana! ¿Que es su vida? Ustedes son como niebla, que aparece por un momento y luego desvanece. Mas bien debieran decir “Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello”. Pero ahora se jactan en sus fanfarronerías. Toda esta jactancia es mala …”

Conclusión

A pesar de que Dios es omnisciente, o sea que todo lo sabe, ha dejado la oración para que todos a través de esta manera lo busquemos y lo reconozcamos como Señor Todopoderoso. En Éxodo 2:23-25 dice: “Aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre y clamaron y subió a Dios el clamor de ellos … y oyó Dios el gemido de ellos y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob y miró Dios a los hijos de Israel y los reconoció“. No es que Dios no supiera la calamidad que embargaba a Israel. No es que no se acordara de sus promesas. No es tampoco que no los reconociera. Es que Él quiere que clamemos a Él, que lo busquemos como respuesta y remedio a nuestras angustias. Prueba de esto es la Ley. Esta fue dejada por Dios, para que nosotros veamos nuestra debilidad e impotencia para cumplirla y así tengamos que acudir solo a Cristo para superar las pruebas. Calvino cita a San Agustín en la Institución diciendo: “Manda Dios lo que no podemos para que entendamos lo que debemos pedir“.

La Ley refleja el carácter de Dios y Su voluntad. En 1 Juan 5:14 dice: “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, el nos oye“. No hay duda que nos oye, por eso cuando no recibimos lo que esperamos, cuando pasa el tiempo y nos desesperamos, es que algo esta mal y debemos revisar nuestra oración y manera de pedir. Citando nuevamente a Antheunis Janse, “Sin embargo, todos los buenos oradores de todos los tiempos, han puesto su mirada en Dios, en lo que él hacia según sus promesas … acuden al Padre como pecadores que Jesús había comprado con su sangre, como pecadores en sí mismos, ‘no mas’, y como hijos de Dios ‘no menos’”. (Los Justos en la Biblia, pág. 156).

Por otro lado usted debe saber que la vida del cristiano no es fácil, ni está llena de prosperidad, ni exenta de sufrimiento. En esta misma obra de Janse podemos leer así: “La vida del creyente que vive según las Sagradas Escrituras puede ser tensa y preocupada. No me refiero a las tensiones modernas … acerca de lo cual ha escrito mucho el Dr. Jonker que dice: ‘vivir en fe, es vivir en crisis permanente’”.

Nosotros siempre le estamos pidiendo a Dios, pero también Dios siempre nos esta hablando. Escuchar su voz no constituye una experiencia mística, sino consiste mas bien en una disposición de obedecer al Dios que reclama la soberanía en nuestras vidas.

Si usted quiere recibir respuestas efectivas de Dios, siga orando, no desmaye. Ore por los demás como enseñó el Señor Jesús (Mateo 6:9-14), humíllese delante de Él, busque Su voluntad en las Escrituras, haga contrición delante de Él, y pídale al Espíritu Santo que le guíe. ¡Que el Señor le bendiga!

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