LA SEXUALIDAD: ASPECTOS TEOLÓGICOS

Por Héctor Hernán Molano Cortés

Reforma Siglo XXI, Vol. 15, No. 1

1. Introducción

El ser humano vive en diversas dimensiones, en lo social, en lo individual, en lo religioso, etc. A pesar de ello, y de que su comportamiento en cada una de esas dimensiones parezca diferente, sigue siendo el mismo. En cada dimensión puede desarrollar o poner de relieve alguna de las partes constitutivas de su ser, por ejemplo en lo religioso con su parte física va y cumple sus ritos religiosos pero es su ser no material que está más presente;1  así sucede en cada accionar de su cotidianidad.

Como parte de esa formación del ser humano se encuentra la sexualidad que típicamente ha sido mal interpretada focalizándola principalmente en la genitalidad; eso sí, sin desconocer que es quizá en esa dimensión en la que se ve más representada. Sin embargo, como lo expresé en el ejemplo de lo religioso, es todo el ser el que hace parte de cada dimensión de la vida, por lo que en la genitalidad no se puede separar o dejar a un lado el resto del ser humano, tanto físico como su ser interior. Habiendo aclarado que la sexualidad es una parte constitutiva del ser y que en la genitalidad es donde se manifiesta principalmente esa área de la vida, en este escrito se quiere discutir al respecto de la sexualidad de manera genérica y lo que nos atañe como teólogos, en especial en el campo de la moral.

Es claro que el teólogo debe dar respuesta a los cuestionamientos que el mundo presenta a las comunidades religiosas en las cuales está inmerso, y con el recargado estímulo sexual de nuestra época, es aun mayor la responsabilidad de pronunciarse y esto con el propósito de brindar algunas pautas de comportamiento, para ayudar a quienes están enfrentados a la situación actual. De hecho, quienes así viven, no solo son atacados por lo que la sociedad les anuncia sino que muchas veces dentro de la misma teología se les presiona haciéndoles llevar una carga mayor.

Inicialmente presentaré una base bíblica que puede servir de plataforma para desarrollar un concepto adecuado de sexualidad y lo que pudo haber sido uno de los errores que hizo que la sexualidad se tomara negativamente; posterior a esto me referiré al concepto de sexualidad y la relación con la genitalidad; luego se plantearán las concepciones de  la sexualidad y la Iglesia Católica y terminaré con algunas conclusiones. La aparición de un ítem sobre la Iglesia Católica obedece a dos razones principales: 1) la mayoría de nosotros nos movemos en un contexto católico; 2) en los países latinoamericanos, es esta confesión la que prima, sea por tradición o por cantidad, existen documentos históricos que referencian la sexualidad con mayor claridad, a través de concilios, encíclicas y cartas, los católicos han manifestado sus posiciones al respecto; como protestantes tenemos que revisar con detenimiento sus postulados.

2. BASES BÍBLICAS Y POSIBLE INICIO DEL ERROR EN EL MANEJO DE LA SEXUALIDAD

La Escritura es uno de los lugares propios para hacer teología, es desde allí que el cristianismo ha tomado los lineamientos de fe y práctica. Siendo así, no solo es pertinente sino necesario extraer principios del texto que puedan dar luces a la cotidianidad, y la sexualidad no se escapa de ella. Es claro que la Biblia no contiene normas específicas sobre cada aspecto  y cada situación concreta actual, sino que contiene historias y situaciones de las que sí debemos extraer las maneras de comportarnos.3 Siguiendo esta línea de pensamiento, se deben tomar aquellos pasajes pertinentes para el correcto entendimiento de la sexualidad.

2.1 Algunos pasajes de principio

El relato bíblico expresa cuando se refiere a las relaciones sexuales, el uso típico del verbo yadá, la traducción al español

es conocer.4 Es interesante anotar que ese verbo en su connotación principal muestra un énfasis en el conocimiento, lo que no es casualidad ya que la relación sexual no es simplemente un acto carnal sino que implica un conocimiento íntimo del otro; así se dice en Génesis 4:1 “Conoció Adán a su mujer Eva …” para indicar que existió una relación sexual que les llevó a procrear a Caín. Es importante anotar que las palabras griegas y latinas que se usan para conocer también tienen entre sus acepciones el trato sexual (ginosko y cognoscere).

La relación sexual entonces desde el inicio del relato bíblico es un medio de conocimiento, tanto del otro como de sí. Ahora bien, si se compara el pensamiento hebreo del texto con las culturas del medio oriente como por ejemplo  la cananea y luego la griega, se podrán encontrar diferencias significativas que no muestran este aspecto de la sexualidad. En la religión cananea se realizaban los cultos a la fertilidad, a través de estos, se incitaba a los dioses a fertilizar la tierra, los ganados, etc., la centralidad del rito estaba en un acto sexual público entre el sacerdote y la prostituta sagrada que motivaba a la comunidad a hacer lo mismo. El sexo entonces no tenía un propósito de conocimiento si no era una obligación para cumplir el rito de la fertilización. Por su parte en la mentalidad griega, el dios Eros tenía la capacidad de traer conocimiento, pero no buscaba el conocimiento del otro sino más el de sí mismo.8 Entonces la cultura hebrea, muy en contra de estos pensamientos, presenta el sexo como un conocimiento que es mutuo y de crecimiento en ambas direcciones.

Por otro lado el conocido texto de Génesis 2:24, en el que se invita a que el hombre y la mujer sean una sola carne, no se debe mirar como la simple unión física, sino que los dos vienen a ser un solo ser, ya que la mentalidad hebrea no considera una parte del individuo como separada de la otra,9 (en este caso el bashar o la carne) sino que la carne está unida a algo espiritual; los griegos, por ejemplo, sí hacen está distinción.

También considero pertinente mencionar la complementariedad que se logra en la relación sexual, pues es claro en el texto bíblico de Génesis 2:23 en el que el hombre llama a su mujer ishah o varona, pues ha sido tomada de él (ish) y su nombramiento indica además que necesita unirse a ella para conocer a su complemento.

Los anteriores pasajes ejemplares presentan desde la Biblia que la relación sexual es pertinente como una parte constitutiva del ser; además de presentarla como un evento de conocimiento y complementariedad. Sin embargo, siguiendo el relato bíblico se encuentra la caída del ser humano como un evento que aísla la pareja uno del otro. En Génesis uno, la pareja es bendecida con frases como “fructificad y multiplicaos, llenad la tierra y sojuzgadla…” (Gen 1:28), en tanto que en Génesis 3:16–19 se pronuncian maldiciones por separado, unas para la mujer y otras para el hombre,11 la ruptura se hace evidente, la vida de pareja se ve disminuida y la sexualidad también se distorsiona.

2.2 ¿De dónde vienen los errores?

Como se pudo observar en el ítem anterior, la relación sexual tenía propósitos iniciales buenos, de hecho cuando Dios crea al hombre, según el relato, dice que todo es bueno y ello incluye la sexualidad. Pero también debemos reconocer que muchos de los errores posteriores o de las concepciones negativas de la sexualidad también son tomadas del relato mismo. Unos años atrás, era típico escuchar decir que la fruta que   le dio Eva a Adán, correspondía a haber tenido relaciones sexuales y que era esa relación sexual por la que había entrado el pecado al mundo. Por cierto, si se sigue el texto bíblico se puede entender que si Dios les dice que se multipliquen no es lógico que luego los castigue porque cumplan con lo que les mandó.

Es interesante observar de dónde pudo venir esta concepción negativa entorno a la sexualidad y creo que una explicación se puede hallar en el poema acádico de Gilgamesh. Gilgamesh de Uruk era un rey no muy popular y tirano; su pueblo clamó a los dioses para ser librados de él. La diosa Araru toma a Enkidu para que luche contra Gilgamesh, este Enkidu aparece quizá como un Adán, inocente y desnudo, que vive libre y en paz con los animales; a Enkidu se le envía una mujer para amansarlo y proveerle una iniciación sexual y gracias a esa experiencia sexual se hace sabio y viene a ser como dios: “durante seis días y siete noches Enkidu se presenta, cohabitando con la moza. Después que se hubo saciado de sus encantos, volvió el rostro hacia sus bestias salvajes. Al verle, Enkidu, las gacelas huyeron, las bestias salvajes del llano se alejaron de su cuerpo … Enkidu hubo de aflojar el paso – no era como antaño; pero entonces tiene sabiduría, más amplia comprensión … la ramera le dice a Enkidu: tú eres sabio, Enkidu, eres como un dios”.

Enkidu no era como antes luego de haber estado con la ramera, entre las cosas que le suceden es que los animales se le alejan, y tiene que vivir con más dificultades que antes, pero tiene sabiduría y es como un dios. El paralelo es claro. Adán y Eva, cuando toman del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, llegan a ser como Dios; Eva representaría la mujer o la moza del poema de Gilgamesh, Adán sería Enkidu y la fruta prohibida entonces es la iniciación sexual. Esta puede ser una explicación del porqué se le dio una connotación pecaminosa a la sexualidad, ya que en el poema de Gilgamesh es la unión de Enkidu y la mujer la que le hace abrir los ojos, tener conocimiento y llegar a ser como dios.

3. LA SEXUALIDAD Y LA GENITALIDAD

Un inconveniente típico al referirse a la sexualidad es no saber con exactitud de qué se está hablando. En este punto quiero intentar explicar los diferentes aspectos de la sexua- lidad, pues la genitalidad es solo una parte de ella.

3.1 La sexualidad y sus dimensiones

La sexualidad puede mirarse bajo tres dimensiones, una erótica, una afectiva y otra reproductiva. La primera se presenta en función del estímulo erótico, del movimiento al placer. La segunda muestra la capacidad que tiene el hombre de comunicarse, de mostrar ternura, todo lo que pertenece  al aspecto relacional de los seres humanos estarían dentro  de esta dimensión, sin llegar a desconocer que su mayor expresión está en la pareja. Por último, en la dimensión reproductiva es la que se relaciona con esa parte de la sexualidad que tiene que ver con el deseo de los seres de continuar la especie. Estas sencillas divisiones aclaran que la sexualidad está presente en todos los campos de la vida, en especial en la dimensión afectiva.

El ser humano es un ser sexual, pero no es simplemente un animal que tiene comportamientos sexuales, sino que en su relacionar con el otro está teniendo relaciones sexuales. Es así como por ejemplo el catecismo de la Iglesia Católica dice en su numeral 2332: “La sexualidad abraza todos los aspectos de la persona humana, en la unidad de su cuerpo y de su alma. Concierne particularmente a la afectividad, a la capacidad de amar y de procrear y, de manera más general, a la aptitud para establecer vínculos de comunión con otro.” De acuerdo a esta declaración se reconoce que la sexualidad abarca más aspectos que la mera genitalidad. Desafortunadamente la sociedad moderna tiene la tendencia a poner el énfasis de lo sexual exclusivamente en lo físico y el énfasis con el placer más a la genitalidad que a todo el ser.

3.2 La genitalidad y la ética

Como mencionaba, la actual sociedad está más enfocada al manejo de la genitalidad y olvidándose de las otras dimensiones de la sexualidad. Sin embargo, debemos responder frente a lo que se dice y hace con la sexualidad moderna (la genitalidad).

En primer lugar, mucho de lo que sucede frente a este tema, es que se pretende igualar a los seres humanos y sus comportamientos con el comportamiento animal que está más llevado por el instinto que por la razón. Sin embargo, este comentario está muy lejos de lo que en realidad es; de hecho, la copula animal es instintiva, típicamente con fines procreadores realizados en períodos específicos de celo; pero en el ser humano es diferente, el sexo no es meramente instintivo, sino que obedece también a un ejercicio de su libertad. El instinto es algo necesario, algo que se debe hacer, pero en el ser humano los instintos pueden ser dominados por el uso de la libertad; de hecho el tener que comer instintivamente no me obliga siempre a comer lo mismo o lo básico para solucionar mi instinto, sino que puedo pensar sobre qué comer o qué no, de cómo prepararlo y cómo saborearlo. Es tan fuerte el ejercicio de la libertad sobre el instinto que muchos dejan de comer en contra de su instinto.

La sexualidad es en donde más se ve manifestada la libertad, es así como el ser humano puede escoger con quien establecer una relación y con quien copular. El problema radica cuando a esa libertad se le suma un libertinaje. La libertad  es “la capacidad de elegir entre el bien y el mal responsablemente, la segunda es un actuar abusivo e irresponsable que no considera ni reflexiona las consecuencias que tal proceder puede tener en terceras personas”. Es por el libertinaje que la sexualidad se ha enfocado equivocadamente, pues se busca la autosatisfacción antes que la comunión entre los seres.

Por otro lado, se debe mencionar que la sexualidad sí destaca el placer. Es en ese momento en que el ser puede experimentar múltiples sensaciones que le llevan a vivir en un estado emocional solo encontrado en ese instante. Sin embargo, el placer no debería ser el único motor por el que un ser busque la unión con el otro. Por supuesto siempre existirán algunas voces que quieren que se viva la “libertad de la sexualidad” pero no tienen en su mente ninguna consideración adicional al simple placer.

Con el anterior párrafo no quiero convertirme en lo que Savater llama “quienes solo disfrutan no dejando disfrutar” o los “calumniadores profesionales del placer”, la idea no es esa. Es claro, aún para el mismo Savater, que en el placer existe el riesgo de lo peligroso y “puede resultarnos fatal”, si se sigue la corriente placentera puede dañarnos y en su camino vertiginoso dañamos a los otros, pues en el ejercicio de la sexualidad la otredad está comprometida, y si un ser humano solo se va a autosatisfacer, entonces dañará a alguien más; no hay mejor medida para saber si se está obrando adecuadamente que el intentar ponerse en el lugar del otro.

4. La Iglesia y la sexualidad

La comunidad eclesial se ha pronunciado con referencia al tema de la sexualidad desde muy temprano en la historia del cristianismo. Es indudable que en sus intentos ha cometido errores, algunos por ignorancia biológica o psicológica, otros por el entorno en que vivían los teólogos que han intentado dar parámetros para decir qué es y qué no es una sexualidad moralmente aceptable.

4.1.  La sexualidad en la Iglesia Católica vista desde el contexto

Lo que se observa al revisar los enfoques de la Iglesia Católica sobre la sexualidad a lo largo de la historia es que algunas posiciones fueron preferidas o tuvieron más impacto dentro de la iglesia. Como primera medida, la concepción dualista del mundo que hacía que se prefiriera lo espiritual   a lo carnal. Dicha tendencia gnóstica creó confusión, pues la virginidad se exaltaba, no obstante el matrimonio era necesario. Pero son sin duda las posturas de San Agustín las que fueron mantenidas por más tiempo; él decía que el fin primordial de la relación matrimonial era la procreación, y que el placer sexual aun para la procreación, se consideraba pecaminoso.

Otro aspecto que es importante resaltar en este punto es el tema de la castidad, esta se presenta como una opción de vida válida y de alguna manera se percibe como superior a una vida no casta. Aun ahora, el catecismo de la Iglesia Católica habla así al respecto:

La castidad significa la integración lograda de la sexualidad en la persona, y por ello en la unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual. La sexualidad, en la que se expresa la pertenencia del hombre al mundo corporal y biológico, se hace personal y verdaderamente humana cuando está integrada en la relación de persona a persona, en el don mutuo total y temporalmente ilimitado del hombre y de la mujer. La virtud de la castidad, por tanto, entraña la integridad de la persona y la totalidad del don.

La persona casta mantiene la integridad de las fuerzas de vida y de amor depositadas en ella. Esta integridad asegura la unidad de la persona; se opone a todo comportamiento que la pueda lesionar.

No tolera ni la doble vida ni el doble lenguaje (cf. Mt 5, 37).25

En estos numerales del catecismo se nota una preponderancia de este estado, con frases como “La persona casta mantiene la integridad de las fuerzas de vida …” las cuales en alguna medida tienen en mente esa idea del comienzo del cristianismo en donde se prefería la parte espiritual y se pormenorizaba lo físico.

En todo caso, es relevante destacar que durante la elaboración de los conceptos sobre la sexualidad dentro de la Iglesia, el contexto jugó un papel determinante, lo cual es perfecta- mente normal, ya que todas las actividades del ser humano están mediadas por sus contextos. La pregunta que puede surgir es que si el contexto cambia, ¿deben cambiar también los conceptos sobre la sexualidad? La Iglesia lo ha hecho hasta cierto punto, pero también es importante resaltar que si la Iglesia va al ritmo de la cultura, en el sentido de tener que permitir todo lo que la cultura dispone, estaría dejando de ser una guía a la humanidad y convertirse en una alcahueta de la misma. Por supuesto, la Iglesia debe meditar sobre el tema, y recibir de buen agrado los descubrimientos en el campo biológico y psicológico. Pero ¿no debe la Iglesia buscar que la humanidad sea mejor cada día? Si la Iglesia permite el desenfreno actual, en el que el hedonismo es el pan de cada día, la autosatisfacción por encima del otro, estaría deshumanizando a la humanidad.

Con referencia a la castidad sacerdotal y de otras comunidades católicas, creo que no por elegir ese sistema de vida estén en un plano superior espiritualmente, sino que es la

forma de expresar su compromiso a una causa. Tampoco me parece que se juzgue, alegando desde fuera de las comunidades que los religiosos dejen de ser castos. Creo que quien se inscribe a una comunidad es consciente de que debe renunciar a ciertos privilegios que la Iglesia estipule y someterse    a ellos para el ejercicio de su apostolado. Sin embargo, sería interesante considerar un tipo de religiosidad mixta en la que quienes deseen optar por la castidad como medio de vida lo hagan y quienes no, puedan casarse y formar familias.

Para terminar con este ítem, el texto pronunciado por Benedicto XVI en la Deus caritas est, plantea una sexualidad de acorde al cristianismo, no llevado por el contexto marcadamente genital en donde se vive para la autocomplacencia y se olvida el privilegio de una sexualidad sana:

La promesa más profunda del “eros” puede madurar solamente cuando no solo buscamos la felicidad transitoria y repentina. Al contrario, encontramos juntos la paciencia de descubrir cada vez más al otro en la profundidad de su persona, en la totalidad del cuerpo y del alma, de modo que, finalmente, la felicidad del otro llegue a ser más importante que la mía. Entonces, ya no solo se quiere recibir algo, sino entregarse, y en esta liberación del propio “yo” el hombre se encuentra a sí mismo y se llena de alegría.

Al observar la historia del cristianismo se puede decir que la Iglesia ha “castrado” la sexualidad en muchas personas. El intento de ontologizar la moral a través normas que desean abarcar cada aspecto de la moral, no ha sido la mejor forma de hacerlo pues en muchas ocasiones las personas se sienten ofendidas por normas que están lejos de la vivencia cotidiana y de las particularidades de cada ser.

Es importante anotar que la Iglesia Católica ha presentado sugerentes cambios, por lo menos en lo escrito, frente al tema moral. Por ejemplo en la “Declaración sobre ciertas cuestiones relativas a la ética sexual” emitida por la sagrada congregación de la doctrina de la fe en 1975, se pueden vislumbrar nuevos rasgos en el aspecto de la moralidad de la sexualidad, así lo supone Kosnik diciendo que:

Se presentan la naturaleza y significación de la sexualidad humana de forma tal que se avanza considerablemente más allá de las actitudes, habituales todavía en algunas declaraciones sobre el tema, en que todo se enfoca desde los puntos de vista del “fin primario de la procreación” o “la simple búsqueda del placer”. Por el contrario este documento expresa los fines de la sexualidad humana en términos de su radical importancia para el desarrollo de la persona y de su integración en la comunidad humana.

Estos son grandes avances al considerar lo que es la sexualidad para la persona; además el documento recalca puntos básicos para la moral, por ejemplo que la conducta moral es algo que debe surgir del interior de cada ser y no mediante

medidas impuestas externamente; este dato es iluminador para una nueva moral dentro de la Iglesia Católica pues a cambio de ontologizar la moral lo que se hace es personalizar. No obstante, es evidente el riesgo del subjetivismo extremo, en el que cada quien hace lo que su ser le permite, ¿cómo dinamizar la diferencia personal de cada quien con el beneficio común de la humanidad? ¿cómo hacer para que las acciones morales no sean agresivas ni en algún modo inhumanas de un ser para otro ser o para la humanidad? Creo que el tema aún no puede ser concluyente, de hecho las dos marcadas líneas dentro del pensamiento de la moral católica, los conservadores y los progresistas, muestran la necesidad de llegar a acuerdos que hagan plausible un mejor esquema moral y tanto los unos como los otros no se deben descartar porque sí. Considero que los conservadores intentan proteger a la comunidad y a la Iglesia Católica de un desenfreno en estos temas y además interpretan la moral bajo parámetros previamente establecidos por consensos y tradición; por su parte los progresistas quieren liberar a la comunidad de la carga que les puede suponer tener que meterse en esquemas que no les parecen viables a todos. Entonces, unos y otros tienen propósitos aparentemente buenos, bastará esperar un diálogo más profundo al respecto.

5. CONCLUSIONES

Este pequeño escrito apenas es un abrebocas para aquellos que quieran profundizar en un tema tan espinoso como la sexualidad en la Iglesia, sin embargo es claro que tenemos la apremiante necesidad de trabajar en este tema. Quiero resumir la información en puntos clave así:

  • La Biblia puede seguir brindando pautas para el tema, considerándola como divinamente inspirada; el trabajo interpretativo es fundamental para entender correcta- mente su mensaje.
  • La sexualidad debe verse como complementariedad, el ser humano no debe acercarse a lo sexual sólo para satisfacerse asimismo.
  • La sexualidad no es simplemente genitalidad, aunque en esta se puede expresar de forma más directa.
  • El contexto juega un papel preponderante en el tema de la sexualidad, en diferentes partes del mundo puede ser permitida alguna conducta que para nosotros no es tan buena (por ejemplo circuncisiones en masa, ablación, etc..), no obstante la búsqueda de la felicidad de las partes debe primar, si esto no se da, se debería alertar al respecto y además de comparar aquellas conductas con los parámetros bíblicos. Nuestra base deberá seguir siendo la Escritura más que el contexto.
  • La iglesia ha cambiado sus postulados con respecto a esta cuestión, sin embargo al interior del catolicismo existen dos marcados grupos (progresistas y conserva- dores); quizá ambos abogando por una mejor humanidad pero con diferentes enfoques.
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