INTERPRETACIÓN DE JUAN CALVINO ACERCA DEL ANTIGUO TESTAMENTO

Por Dr. Alonzo Ramírez

Reforma Siglo XXI, Vol. 11, No. 2

1. Introduction

Calvino no escribió un tratado acerca de la teología de la misión, ni de estrategias misioneras en el Antiguo Testamento (AT), pero su manera de interpretarlo tiene, al menos, dos implicaciones misionológicas muy claras. En primer lugar, su interpretación del AT revela sus preocupaciones misioneras, y en segundo lugar nos provee de un conjunto de implicaciones misionológicas. A partir de dichas implicaciones, mediante un estudio cuidadoso sus obras sobre el AT, se podría construir un esbozo para una teología de la misión en el AT.

La primera pregunta que debemos hacernos es si Calvino era o no un teólogo con perspectiva misionera. Esta pregunta la trataremos de un modo somero e introductorio. La segunda pregunta que debemos tratar es la siguiente: ¿Cuáles son las implicaciones misionológicas de la interpretación que hace Calvino del AT? Esta pregunta será motivo del cuerpo principal de este artículo.

¿Fue Juan Calvino un teólogo con perspectiva misionera? Esta pregunta ha sido contestada en positivo por los seguidores y defensores de Calvino y de la teología reformada. Para ello han apelado, principalmente, a sus comentarios del Nuevo Testamento (NT), y a algunas referencias a sus obras acerca del AT (Edwards 1936, 48-49). Los hay también aquellos que responden a esta pregunta en negativo. Para ello se valen de ciertas interpretaciones del modo en que Calvino se aproximaba al tema de las misiones. 

1. Algunos opinan que Calvino no tenía interés en las misiones. Como lo hace notar Reid, esta creencia es tomada casi como axiomática, pues los reformadores en Ginebra no enviaron inmediatamente misioneros a India, África o China (Reid 1983, 65).

2. Otros opinan que Calvino veía a las misiones no como la responsabilidad de la Iglesia, sino como la responsabilidad de los gobernantes civiles (Coates 1969, 606).

3. Un tercer grupo opina que, puesto que la doctrina de la elección era el elemento esencial de la teología reformada, por tanto, no había compatibilidad entre el calvinismo y la preocupación misionera. Gustav Warneck fue quien difundió esta creencia que muchos teólogos de la misión han llegado a creer sin un crítica seria a sus presupuestos. (Steffens 1894,243). Pero algunos estudiosos de la teología de la misión ya han señalado, Warneck no ha hecho justicia a la teología calvinista en este punto, y más bien él opta por una perspectiva universalista de la salvación (Steffens 1894, 242).

Para poner a prueba la validez de estas acusaciones contra Calvino se hace necesario un examen de sus obras teológicas y de sus acciones respecto a las misiones. Como este examen requiere un estudio comprensivo, aquí sólo señalaremos brevemente las razones por las que creemos que dichas acusaciones no se justifican. 

El reconocido historiador Philip Schaff se expresó acerca de la Ginebra en tiempos de Calvino como la ciudad fue predestinada para cumplir «una gran misión internacional» (Schaff 1996, 422). Schaff nos informa que cuando se inició la persecución contra Calvino en Francia, por «más de dos años Calvino anduvo de un lugar para otro como un evangelista fugitivo utilizando otros nombres» (Schaff 1996, 427). Más tarde, cuando Calvino fue expulsado de Ginebra por parte de las autoridades civiles él se fue a Estrasburgo, donde llegó a ser profesor de teología y pastor de la congregación de refugiados franceses (Schaff 1996, 430). Estos datos factuales de la vida y acciones de Calvino son claros indicadores que Calvino era un obrero en el Reino de Dios no sólo dentro de los límites de su país sino también fuera de él. Si en tiempos actuales llamas misionero a alguien que enseña teología y predica el evangelio fuera de su país de origen, ¿por qué, entonces, negarle a Calvino la labor de misionero?

Es más, no es difícil ver que Calvino mantenía una clara preocupación por reformar la iglesia y por evangelizar el mundo y ganarlo para el Reino de Dios. Esto puede demostrarse por los siguientes tres hechos históricamente probados.

En primer lugar, la preocupación misionera de Calvino se deja notar en la fundación de la Academia en Ginebra en el año 1559. Se ha demostrado que durante el primer año la Academia de Ginebra tenía más de 800 estudiantes (Schaff 1996, 433). Justo antes de la muerte de Calvino en 1564, Beza informaba que la Academia tenía ya 1200 estudiantes (Graham 1987, 150). Esta Academia, aunque ubicada en Ginebra, era un centro internacional y intercultural, pues allí estudiaban franceses, alemanes, de los países bajos, de Escocia y de Inglaterra (Graham 1987, 151). Este hecho explica, de por sí, la visión que tenía Calvino respecto a la extensión del Reino de Cristo y la reforma de la su Iglesia en el mundo europeo.

En segundo lugar, con gran entusiasmo Calvino refugiaba y aconsejaba a extranjeros de todas partes y puntos del mundo (Schaff 1996, 433). En base a estos hechos, no es de sorprenderse por qué Schaff, sin reservas, califica a Calvino como el líder espiritual de la Iglesia y de la República de Ginebra, y como el líder del movimiento reformador de toda Europa» (Schaff 1996, 433).

En tercer lugar, Reid ha demostrado que desde Ginebra se enviaban misioneros a Francia. En el año 1562 se vio el fruto de esta labor misionera hacia Francia, pues se conoce que «se habían formado unas 2150 congregaciones y unos 3 millones de miembros » (Reid 1983, 69).

Si en la actualidad, nuestras iglesias envían misioneros para establecer o plantar Iglesias dentro y fuera de sus países, y los llamamos misioneros, ¿por qué, entonces, le negamos esta calificación a Calvino?

Estos tres hechos probados y registrados nos demuestran que Calvino no escribió ni dio discursos acerca de misiones hacia el extranjero, ni de estrategias contemporizadoras de planta Iglesias. Calvino entrenó y envió varones de Dios para laborar en el Reino de Cristo. Por ello, aun en términos de la misionología de nuestro tiempo, Calvino nos sorprende con preocupación por la reforma de la Iglesia y por la extensión del Reino de Dios.

1.1 Implicaciones misionológicas de la interpretación que hace Calvino del AT

1.2 Su interpretación de la Biblia estaba dedicada al servicio de la fe cristiana.

Calvino dedicó su comentario sobre Génesis al príncipe Henry, el duque de Vendome, quien llegó a ser Henry IV de Francia. Calvino deseaba que su comentario no sólo llegara al público con el nombre del príncipe sino que lo urgiera a confesarse como creyente y discípulo de Cristo. A este efecto, Calvino le decía al príncipe:

Ahora, al hacer llegar este libro al público bajo tu nombre, mi deseo es que pueda, eficazmente, inducirte más libremente a profesarte como discípulo de Cristo: Tal como si Dios, colocando su mano sobre ti, te estuviera reclamando suyo nuevamente» (Génesis 1: xlvii). 

Aun si uno tendría que conceder a la idea estrecha que la misión consiste en enviar misioneros allende el mar, o la mera preocupación por las misiones hacia el extranjero, Calvino debería ser considerado como un teólogo de preocupación misionera. Pues para Calvino el escribir comentarios no era un mero ejercicio académico o un hobby personal. Su propósito era servir a su señor y de conducir a otros a la fe cristiana. Esto puede verse en sus palabras con las que urgía al príncipe Henry a ser cristiano.

1.3 La misión es de principio a fin la iniciativa de Dios.

Para Calvino, central a su interpretación del AT es que desde la creación, el primer y único interesado en la salvación de los seres humanos es Dios. Calvino veía a Dios como aquel que llama al ser humano a tener comunión con él, en tanto que el ser humano tarta de evadir su encuentro con Dios.

Calvino llegaba a esta conclusión a partir de su interpretación de la actitud de Dios para con la generación de la torre de Babel. Esa generación rechazó la Palabra de Dios, sin embargo Dios preservó algunos en la obediencia a su Palabra «a fin de preservar la iglesia de la destrucción» (Génesis, 334). De modo que para Calvino la redención es sobre todo la iniciativa y la obra de Dios, así la redención es Missio Dei. Esta afirmación queda sustentada en los siguientes comentarios de Calvino.

Al hacer exégesis de Génesis 35:5, dice Calvino: «…los corazones de los hombres están en las manos de Dios para inspirarlos a la fortaleza a quienes son débiles en sí mismos, y por otro lado, suavizar su dureza cuando así le plazca» (Génesis 2:237). Esta sería la razón por qué las ciudades de Canaán ni siquiera intentaban vengarse de Jacob luego que sus hijos destruyeron a Siquem por lo que hicieron con su hija Dina. 

Comentando Génesis 39:3 Calvino declara que Dios bendijo la casa de Potifar para que «los paganos sean de tal modo afectados por la religión como para ser constreñidos a darle gloria a Dios» (Génesis 2:293).

Al interpretar Génesis 41:15 Calvino exhorta a los cristianos a aprender cómo varones como José honraron a Dios con su testimonio delante de los no creyentes. Calvino reconoce que en tales circunstancias se debe honrar sobre todo la gracia de Dios haciéndolo conocida para que sus mentes comprendan la doctrina de la piedad. Decía Calvino:

Así pues, aprendamos también, del ejemplo del santo José, a honrar la gracia de Dios aun ante los no creyentes, y si ellos cierran la puerta contra total y complete doctrina de la piedad, al menos podamos laborar para inculcarles algunas gotas de ella en sus mentes (Génesis 2:323).

En estos comentarios Calvino nos hace ver que Dios obra en cada evento de la historia de la redención y que, por tanto, las acciones de los individuos y de las naciones efectivamente están bajo el control de Dios. Así, pues, la interpretación de Calvino de que la provisión de redención para el humano es iniciativa de Dios tiene, al menos, cinco implicaciones para una adecuada misionología. 

1. Nos muestra la manera en que Dios obra para la salvación de su iglesia, la cual es mediante la elección del linaje de Sem, un linaje que adoraba a Dios sinceramente (Génesis 2:334).

2. La elección es la manifestación de la gracia de Dios para con las naciones. De este modo, la bendición de Dios sobre Abraham es el remedio contra la maldición sobre la humanidad que trajo consigo la caída de Adán. Pues, luego de la alienación de Adán todos nacemos bajo la maldición de la caída, pero mediante la simiente de Abraham hay bendición, la cual se hace plena en Cristo (Génesis 2:349).

3. La gracia de Dios hacia las naciones fue declarada en su plan de salvación cuyo programa central fue estipulado en su Pacto. Calvino entendió este hecho a partir del Pacto de Circuncisión con Abraham (Gn. 17:6-7) en el que se le promete a Abraham ser el padre de muchas naciones. Pero esto no sólo se refiere a sus descendientes carnales sino que implicaba también a todo el mundo (Génesis 2:446). Así que el propósito de Dios al hacer a Abraham el padre de muchas naciones gentiles «de todos los puntos de la tierra se unan en la familia de Abraham» (Génesis 2:447). Abraham es llamado padre de muchas naciones, no porque su descendencia carnal esté dividida en muchas naciones, sino porque muchas naciones serían reunidas en la familia de Abraham (Génesis 2:447). Esta reunión se trata realmente una inserción en Cristo mediante la fe (Génesis 2:448), y al mismo tiempo, las naciones injertadas forman la Iglesia que está separada de otras naciones (Génesis 2:448). Entonces, según Calvino, Dios obra en la historia humana separando un linaje familiar, y de este linaje Dios hace muchas naciones. De entre estas muchas naciones Dios reúne a su Iglesia para llegar a ser una sola familia en Abraham, la cual es separada del mundo. Calvino entendió que esta es la manera en que Dios obró en la misma creación donde «la luz emergió desde las tinieblas» (Génesis 2: 448).

4. La gracia de Dios hacia el mundo no significa salvación indiscriminada para todos y cada uno de los seres humanos, ni para la totalidad de habitantes de cada nación, sino sólo para cada uno de los hijos de la promesa. Calvino diferenciaba claramente entre los hijos de la carne y los hijos de la promesa. Los hijos de la promesa llegaron a serlo debido al «llamado eficaz de Dios que él sella interiormente por su Espíritu» (Génesis 2:449). Este entendimiento libera a la Iglesia de poner demasiado énfasis el ejercer presiones sicológicas para ganar convertidos. En lugar de ello, este entendimiento, le da a la Iglesia la plena confianza que es el Espíritu de Dios el que obra la conversión en los corazones de los seres humanos para responder al llamado eficaz de Dios. Si podríamos decir que hay una «falla» en la aproximación de Calvino al tema de las misiones sería esta: No tiene una visión antropocéntrica en su entendimiento de la obra de Dios en su plan de salvación. Pero esta comprensión de la obra salvífica de Dios no es una falla, es más bien una fortaleza en Calvino. Si se vería como falla, sería porque algunos modernos misionólogos y algunos movimientos misioneros son arrastrados por una aproximación a las misiones centrada en el hombre y no en Dios.

5. Finalmente, la gracia de Dios hacia el mundo no significa que tenga la libertad de pecar y vivir en la impunidad. Pero a pesar de ser esto cierto bíblicamente, el juicio de Dios sobre las naciones tiene el propósito de instruir al pueblo de Dios. Esta perspectiva de Calvino tiene claramente tres implicaciones para la misión de la Iglesia en este mundo:

5.1. Primero, implica que las lecciones del juicio de Dios sobre las naciones deben usarse en el campo misionero de cada país. Calvino consideraba que la misión de Abraham era una misión de instructor de su propia familia. Fue con este propósito que Dios informó a Abraham acerca de la destrucción de Sodoma y Gomorra.

5.2. Segundo, al tener Abraham acceso al consejo de Dios llega a ser testigo para su posteridad de modo que el conocimiento de Dios se pasara a sus descendientes (Génesis 2: 481). Así que de este modo Calvino establece el principio de que Dios ha indicado al ser humano que la instrucción acerca de las obras de Dios en la historia de la redención empieza en el hogar, en cada país. Pues, según Calvino, Dios no permite a nadie retener el conocimiento de Dios para su uso privado, sino que debe propagarlo para la edificación de otros (Génesis 2:481).

5.3. Tercero, Calvino creía que la doctrina del temor de Dios , la cual se hizo evidente en el castigo a Sodoma y Gomorra, ha sido dada a Abraham y su descendencia, la cual es la Iglesia. Sin embargo, él asumía con claridad que la misma doctrina pertenece a los extranjeros, la cual debe dar a conocer fuera de la Iglesia (Génesis 2:481). Este entendimiento tiene la obvia implicación de que la Iglesia debe testimoniar ante el mundo acerca de la santidad de Dios en su juicio para que ellos aprendan a temer a Dios. Este entendimiento establece la agenda misionera para la Iglesia de Cristo: Que la doctrina del juicio de Dios debe hacerse conocer en concordancia con la predicación de la gracia. Porque esto es lo que lleva a los seres humanos a temer a Dios y dirigirlos a Cristo (Génesis 1:482). Por ello, según Calvino, la Iglesia debe asumir una aproximación cristocéntrica respecto de la misionología y de la práctica misionera.

1.4 Missio Dei y Missio Christi

Al comentar acerca del discurso de Jacob para José (Génesis 48:16), Calvino interpreta que el Ángel de Jehová es Cristo en su rol de perpetuo mediador (Génesis 2:429). Esto significaría que la fe de los padres siempre estuvo fijada en la futura Missio Christi (Génesis 2:249). A partir de esta comprensión es razonable sugerir que Calvino creía que Dios el padre reveló su gracia a Jacob mediante el Cristo pre-encarnado. Por lo tanto la Missio Christi era, aun en esta etapa de la revelación de Dios, que Cristo sería el mediador de la gracia de Dios y el protector de su pueblo (Génesis 2:429). Este rol fue plenamente cumplido en la encarnación, cumpliéndose así la promesa hecha a los patriarcas. 

Calvino deja en claro que Isaías 25:22 constituye una invitación a todas las naciones a mirar a Cristo con los ojos de la fe y encontrar salvación en él. Este es el evangelio predicado a todas las naciones y no es algo nuevo o un suceso al azar, sino que es el decreto de Dios, es Missio Dei. Las naciones se habían desviado por sus propias invenciones malvadas, pero Dios le da la mano para rescatarlos. Por lo tanto, según Calvino «esto pone en evidencia que no era cuestión del azar el que la doctrina del evangelio fuese predicada a todas las naciones, pues fue por el decreto de Dios y por quien había sido ordenadas desde tiempos antiguos (Isaías 3:425). 

La Missio Christi, como el Unigénito, es unir a él a aquellos que le profesan fe, es decir reunir a su Iglesia (Isaías 3: 413). Así, pues, para Calvino, la extensión del Reino de Cristo es la obra de Cristo. Por tanto, la coloca en su lugar apropiado, y la actividad humana es también puesta en su lugar apropiado: Es un acto de respuesta obediente a la Missio Christi.

Hasta aquí, podría parecer que Calvino no le daba un lugar al Espíritu Santo en la obra de la predicación del evangelio en su interpretación del AT. Pero no es así. Calvino claramente afirmaba que el Espíritu Santo no debe separarse de la predicación del evangelio (Isaías 4:39). Calvino también afirma que sin el poder del Espíritu Santo la predicación del evangelio no serviría de nada (Isaías 4:271). Asimismo, Calvino declaraba que la respuesta obediente del ser humano hacia Dios se debe a la enseñanza del Espíritu en el interior del ser humano y a la predicación del evangelio que es un acto externo (Miqueas, 261). 

1.5 Missio Dei y Regnum Dei

En sus lecciones sobre los profetas menores, Calvino centra su atención a la Missio Dei en el contexto del Reino de Dios. Pero él tenía una perspectiva trinitaria del Reino de Dios, es decir, el Reino de Dios era su gobierno sobre todo el mundo, pero que se veía propiamente entre los fieles. El Reino de Dios empieza, dice Calvino, cuando ocurre la regeneración ( Jeremías 5:119). En otras palabras, el Reino de Dios es Regnum Dei eficazmente originado por el poder del Espíritu, mediante la predicación del evangelio de Cristo. Calvino mantenía que Dios es el rey no sólo de Judea sino que su reino tenía que propagarse a todos los confines de la tierra (Miqueas, 262). Entendía también que la Missio Dei es una continua reunión de los elegidos para el Reino de Dios que Cristo ha comprado para vosotros por su propia sangre. Así, pues, antes de empezar su 88ava clase sobre Miqueas 4:1-2, Calvino hizo la siguiente oración: 

…testifica por nuestras obras que somos realmente tus súbditos y que tu tienes toda la autoridad sobre nosotros, de manera que tu nombre sea santificado y que tu Espíritu realmente nos guíe, hasta que tu Hijo, quien nos ha reunido cuando nos habíamos descarriado, nos reúna nuevamente a aquel Reino que él ha comprado para nosotros por su propia sangre (Miqueas, 255). 

Comentando Miqueas 4:2, muchas naciones vendrán, Calvino parafraseaba el significado de este modo: 

Aunque David subyugó a algunos pueblos bajo él, los linderos de su reino eran estrechos y confinados comparados con la extensión del Reino que el Señor establecerá a la venida del Mesías: porque no pocas naciones se reunirán para servirle (Miqueas, 253-54). 

Calvino entendía que este Reino sería espiritual en contraste con el de David. Esta interpretación tiene claras implicaciones de carácter misionológico. 

En primer lugar, implica que Dios ha establecido que todas las naciones se sujeten al Rey Jesús (Miqueas, 253). Al hacer esto, Calvino alerta a la Iglesia a saber que su tarea misionera puede y debe ser cumplida, no porque tenga los mejores métodos misioneros, sino porque a Dios le ha placido sujetar las naciones a Cristo. La tarea misionera de la Iglesia es de este modo puesta en la esfera del Reino de Dios, del programa de Dios, en lugar del activismo eclesiástico y de sus deseos voluntariosos. En base a este entendimiento, la tarea de la Iglesia basa sus esperanzas no sólo en lo que puede lograr en la tierra sino también en una esperanza escatológica. La Iglesia es liberada de la frustración de cuánto puede hacer cuando sabe que Dios ha sujetado todas las naciones del mundo bajo el Reino de Cristo.

En Segundo lugar, dirige a la Iglesia a considerar todo el mundo como su campo de misión. Así la Iglesia es liberada de la discusión acerca de si vale o no la pena enviar misioneros a las distintas naciones del mundo. Dios mismo ha declarado que todo el mundo es su campo de misión. Por lo tanto, cualquier discusión de esta naturaleza llega a ser irrelevante para la Iglesia de Cristo, y más aún para la iglesia reformada. 

En tercer lugar, el hecho que Dios subyugará las naciones a Cristo implicaba, según Calvino, que aun las naciones paganas están sujetas a su pueblo para la gloria de Dios (Miqueas, 289-90). A la vez, esta interpretación implica que la Iglesia es el instrumento de Dios para conquistar el mundo para la gloria del Rey de reyes. El mismo Calvino lo expresaba así: 

Dios levantará a su Iglesia para que reine sobre sus enemigos, pero que los fieles, al mismo tiempo, pongan atención, para que no reinen de manera tiránica; porque Dios ha decidido siempre reinar solo: Por lo tanto, toda la excelencia, toda la dignidad, todo el poder de la Iglesia tiene que ser aplicado para este fin. Es decir, para que todo entre las naciones sea completamente consagrado a él de modo que la adoración a Dios florezca entre los conquistadores así como entre los conquistados (Miqueas, 291). 

En cuarto lugar, todas las afirmaciones anteriores podrían inducir a algunos lectores a asumir que, del algún modo, Calvino era un optimista voluntarioso. Pero no es así, sino que Calvino estaba bien consciente de que la Iglesia tiene muchos más enemigos de lo que tiene miembros y que tiene mucho menos poder mundano del que tiene sus enemigos (Miqueas, 321). Sin embargo, Calvino afirmaba que la Iglesia debe entender que la salvación sólo viene de Dios (Miqueas, 318). Por tanto, la Iglesia no debe confiar en sí misma (Miqueas, 318), mas debe confiar fielmente en la protección de Dios, la cual es la única suficiente (Miqueas, 321). Por supuesto, este entendimiento milita contra toda misión eclesiástica y para-eclesiástica cuyos éxitos dependen de las técnicas del moderno marketing o de las metodologías basadas en el uso del poder al establecido o del Estado. 

1.6 Missio Dei y Missio eclessia

En todas sus oraciones y exposiciones del AT, Calvino enfatiza que la Missio Dei es la reunión de su Iglesia de entre todas las naciones. De esta manera su Iglesia llega a ser un solo pueblo con los hijos de Abraham, tal como podemos leer en los comentarios de Calvino, por ejemplo en Miqueas 4:2 (Miqueas, 254). 

El interpretaba la construcción de los altares por parte de Abraham, Isaac y Jacob (Gn. 12:7; 26:25) como un testimonio externo de piedad (Génesis 2:214) que tenía tres propósitos: Ofrecer sacrificios a Dios, adorar a Dios con un rito puro, y hacer públicas su religión y su fe. (Génesis 2:71, 213, 237). Mediante la edificación de altares, los patriarcas declaraban ante los hombres de la tierra prometida que ellos eran adoradores del Único Dios verdadero. Por tanto, uno de los propósitos de esta adoración visible era que los hombres sean estimulados y ejercitarse en el temor de Dios (Génesis 2:71). De modo que la adoración pública es una forma de testimonio público de la fe de los patriarcas en el Dios verdadero y, por lo tanto, tiene implicaciones misionológicas. Demarca la adoración verdadera de los falsos ritos paganos, y estimula a los hombres a adorar al Dios verdadero. 

Además, Calvino creía que la única manera de edificar la Iglesia de Dios es mediante la luz de la Palabra de Dios (Miqueas, 257). Para Calvino esto significaba que no hay religión verdadera a menos que esté guiada por la Palabra y en obediencia a ella (Miqueas, 257). Este principio de obediencia a la Palabra de Dios se aplica aun en la adoración que hace la Iglesia, y esta es una doctrina difícil de encontrar en los tratados de misionología de nuestro siglo. Para Calvino, la verdadera religión se funda en la fe obediente porque «Dios no puede ser adorado verdaderamente sino cuando es él mismo el que enseña a su pueblo y les prescribe lo que es necesario hacer» (Miqueas, 257). 

Por naturaleza la iglesia tiene, en la interpretación veterotestamentaria de Calvino, un lugar en la Missio Dei. Según Isaías 61:11 Calvino concebía que la Iglesia estaba extendida en todo el mundo, pues su catolicidad es parte de su naturaleza (Isaías 4:317), y es el señor quien multiplica a su Iglesia mediante la predicación de la Palabra (Isaías 4:300; Salmos 1:388-89). De allí que al interpretar Isaías 60:4, Calvino afirma que el significado de hijos e hijas consiste en que, 

… la Iglesia tendrá hijos e hijas, no sólo en su localidad sino también en el extranjero y en las partes más distantes del mundo, para que el vientre de la Iglesia no se limite a cualquier parte del mundo sino que se extenderá tan ampliamente como espacio haya en el mundo (Isaías 4:279).

Pero más allá de puras palabras interpretativas acerca de un texto, Calvino esta bien convencido que en su propia época la Iglesia de Cristo ya existía por todo el mundo (Isaías 2:292). 

Siendo este el caso, Calvino creía que una de las tareas misioneras de la Iglesia dentro de la Missio Dei es orar por la sumisión del mundo a la autoridad de Dios. Pues como, él mismo lo decía, no hay nada que uno pueda desear con tanto entusiasmo que el que todo el mundo se incline ante la autoridad de Dios (Isaías 4:286). 

Empero, junto con la oración, la Iglesia tiene que predicar el evangelio de Cristo. Porque para a ella, como el centro espiritual de Cristo, se le encomendó que los seres humanos se sometan a Su autoridad (Isaías 3: 414). 

1.7 Conclusión

Calvino no es sólo un teólogo con perspectiva misionera sino que también entrenó varones de Dios para cumplir con la misión de predicar el evangelio y para reformar la Iglesia de Cristo. Su visión misionera era trinitaria y se centraba en la iniciativa divina cuyo plan de redención fue revelado a su Iglesia para el mejor cumplimiento de su misión. 

La principal implicación misionológica de la interpretación que Calvino hace del AT bien puede resumirse así: La extensión del Reino de Dios y la reunión a su Iglesia de todos los elegidos de Dios de todas las naciones, y estas era de principio a fin Missio Trinitatis. Esta extensión del Reino de Dios es una respuesta obediente de la Iglesia para la gloria de Dios. Esta aproximación nos ayuda a corregir aquellas aproximaciones antropocéntricas y repletas de técnicas del marketing que caracterizan a ciertas organizaciones misioneras de nuestros tiempos.

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