EN EL ‘NOMBRE DE DIOS’

Reforma Siglo XXI, Vol. 7, No. 1

Este artículo, encontrado en una revista secular, muestra la actitud de la población en general hacia ciertas manifestaciones del sector evangélico.  Si seguimos así, se cumplirán las palabras de Karl Marx  que la iglesia realmente es ‘opio del pueblo’ en vez de ser sal y luz.

¡Indignados!  Estoy seguro de que muchos se deben sentir así cada vez que sintonizan Enlace TBN por canal 23 y se topan con la misma pedidera de plata, que unos señores predicadores del evangelio –según no sé quién–, montan cada rato.

El descaro no tiene límites.

Según ellos, para salir de deudas y recibir bendiciones del Todopoderoso, es necesario realizar una transacción comercial, en dólares preferiblemente, sin la cual no hay posibilidad de salir adelante.

Declarados a sí mismos príncipes,  hijos del Rey Celestial, utilizan este pretexto para justificar el dinero que amasan a costa de la fe de cientos de miles de creyentes que apuestan hasta lo que no tienen, a la oferta de salvación de este canal.

El propio Parmenio Medina (¡qué falta nos haces compañero!) denunció en su oportunidad, y en varios programas, cómo muchos cedieron terrenos, joyas y otros objetos de valor a los señores de «la Palabra» que al parecer encontraron en las páginas de la Santa Biblia, la clave para construir su propio cielo terrenal.

Inspirados en sus  maestros, los experimentados telepredicadores estadounidenses, y las poderosas cadenas televisivas que los respaldan, se han convertido en verdaderos amos del escenario en donde, con música cuidadosamente seleccionada para mover fibras, una buena expresión corporal, facilidad de palabra y lágrimas que brotan en el momento justo, cualquier billetera se afloja.

«¡Llame ya, nuestras operadoras lo están esperando!»  Cualquier similitud con los programas de ventas por televisión , no es coincidencia. Precisamente en eso consiste el negocio: Las bendiciones de Dios están a la venta, con intermediarios. Hasta eso hemos llegado.

Y pensar que el Dios que invocan envío a su Hijo a nacer en un humilde pesebre, vivió toda su vida con humildad, pidió a los apóstoles no llevar más de una túnica y recomendó hacer tesoros en el cielo, y no en la tierra, en donde los ladrones hurtan y la polilla corroe.

Jorge Debravo hablaba de «religiones mohosas hasta el alma». Cualquier similitud, tampoco es coincidencia.

Este artículo apareció en El Topo, «La esquina incómoda», San José, Costa Rica, Noviembre, 2004

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