CÓMO SELECCIONAR ANCIANOS: CONSEJOS PRÁCTICOS

por Roland Barnes

Reforma Siglo XXI, Vol. 4, No. 2

Introducción: Una de las decisiones más importantes que jamás una congregación puede hacer es la de seleccionar oficiales. Los oficiales que seleccione la congregación serán los líderes de la iglesia y establecerán la dirección al ministerio de ésta. Esta es la razón por la cual es de la más alta importancia que cada miembro conozca, los requisitos bíblicos para elegir ancianos y diáconos, y el procedimiento para dicha selección. Si la congregación comete errores en esto, las consecuencias van a ser desastrosas para la vida y ministerio de la iglesia, y también serán difíciles de superar. El propósito de este folleto es proveer, a los miembros de la iglesia, con una clara presentación de las enseñanzas básicas de la escritura respecto a los procedimientos para seleccionar hombres de Dios.

1. PROCEDIMIENTO BIBLICO PARA CONSEGUIR HOMBRES DE DIOS 

Siempre es muy malo que una iglesia lleve a cabo el proceso de selección de oficiales en forma apurada. El proceso utilizado para conseguir hombres que sirvan como ancianos y diáconos en la iglesia local es esencial para lograr seleccionar hombres piadosos que cuiden de la iglesia de Cristo tal como Cristo lo requiere. Esta es la razón por la cual la congregación no debe emprender este proceso de cualquier modo o de manera negligente. El Apóstol Pablo advierte en 1 Timoteo 5: 22 “no impongas con ligereza las manos a ninguno, ni participes en pecados ajenos. Consérvate puro.”

Cuando la congregación selecciona oficiales en una manera apresurada, aumenta probabilidad que los hombres seleccionados no sean llamados por Dios para que sirvan en el oficio para el cual han sido elegidos. El énfasis que siempre debe tenerse en mente es que, al seleccionar oficiales, la congregación se involucre en una actividad de la más solemne y espiritual. La pregunta que debe estar ante la congregación es, ¿A qué hombres de nuestra congregación, si es que los hay, Dios ha equipado y llamado para servir como oficiales? Para descubrir quiénes son estos hombres, la congregación debe buscarlos cuidadosamente y en oración según los principios establecidos en la Biblia. Este procedimiento nunca debe emprenderse de manera indiferente [o como si no importara mucho]. El liderazgo de la iglesia debe procurar infundir en la congregación el hecho que ellos están eligiendo a quienes bajo cuya guardianía y cuidado va a estar la congregación. Este es el caso, particularmente, tratándose de la elección del oficio de anciano.

  En Hechos 20:28, el apóstol Pablo da instrucciones a los ancianos de la iglesia de Efeso, diciendo: “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.”

1. 1. A los ancianos de la iglesia se les encarga la responsabilidad de pastorear el rebaño. La palabra griega transmite más claramente los deberes del pastor que con frecuencia se traduce como “supervisar.” Esta palabra se traduce también como “obispo.” Es una combinación de dos palabras griegas que cunado se combinan trasmiten el significado de un intenso cuidado y supervisión. En Tito 1:5 el apóstol Pablo da instrucciones a Tito respecto al llamamiento de ancianos en las iglesias de la Isla de Creta. En Tito 1:7 Pablo se refiere a estos ancianos con la palabra “supervisor” u “obispo.” Así, pues, el anciano y el obispo o supervisor son una y la misma persona. El anciano debe funcionar como un supervisor, cuidando de aquellos que Cristo ha reunido en su iglesia por Su gracia. El Estatuto de la Iglesia Evangélica Presbiteriana en el Perú establece que los deberes de los ancianos son:

Art. 26º. – Las funciones del Consistorio son: 

a) Velar celosamente por la sana doctrina, el bienestar espiritual y material de los discípulos, y la mayordomía responsable de los bienes y finanzas de la Congregación.

b)Discipular sistemáticamente a toda la Congregación, llevándola hacia la madurez en Cristo.

c) Planear, organizar, delegar, ejecutar y evaluar la obra misionera y pastoral de la Congregación, organizándola para cumplir sus objetivos y velando que se desarrolle dentro de un genuino espíritu cristiano.

d) Convocar a la Congregación para el Servicio de Adoración Pública y atenderlo cuando no haya Pastor.

e) Aconsejar a los padres de familia que son discípulos en plena comunión, que no descuiden el deber de hacer bautizar a sus niños.

f) Preparar, examinar y recibir discípulos en la Congregación.

g) Expedir cartas de transferencia, de recomendación, credenciales, certificados de membresía, de bautismo y de celebración matrimonial.

h) Seleccionar, preparar y examinar a los candidatos a presbíteros gobernantes y diáconos. Luego proponerlos ante la Congregación para ser elegidos por ésta. Elegidos el Presbítero o Presbíteros, el Consistorio solicitará su ordenación al Presbiterio respectivo. De la misma forma se procederá para la elección de los Diáconos, pero su ordenación será realizada por el Consistorio.

i) Aprobar los nombramientos de dirigentes de las áreas de trabajo y las comisiones dentro de la Congregación.

j) Exhortar, y previo juicio, amonestar, censurar, suspender o excluir de los Sacramentos a quienes se hagan merecedores a ello, actuando con espíritu de amor y buscando la restauración de los caídos.

k) Ejecutar las órdenes legítimas de los órganos superiores de gobierno.

l) Nombrar representantes ante el Presbiterio, quienes al regresar rendirán informes de su participación y de los acuerdos tomados.

m) Proponer a la Congregación, donde no haya Pastor, que elija a uno de sus Presbíteros para que realice funciones pastorales por tiempo limitado y con un tratamiento equivalente al de un Pastor ordenado. El Consistorio solicitará la autorización al Presbiterio para que el Presbítero asuma la predicación, enseñanza y la administración de los Sacramentos durante el período de su ministerio.

n)Convocar la Reunión Congregacional Anual y Reuniones Extraordinarias cuando sea necesario.

o) Fijar los sueldos de los Pastores y predicadores en conformidad con la política de la IEPP.

p) Remitir al Presbiterio las causas que no pueda resolver a nivel consistorial.

q) Examinar y evaluar a los candidatos que aspiren prepararse para el ministerio pastoral y otros ministerios y presentarlos ante el Presbiterio.

r) El Consistorio se reunirá regularmente en forma ordinaria de acuerdo a sus necesidades, pero no menos de una vez por mes.

s) El Consistorio llevará un libro de actas legalizado, un libro de registro de los nombres de los discípulos en plena comunión y de los que aún no lo están, un registro de matrimonios, y actas de bautismo. Todos estos registros están sujetos a una inspección del Presbiterio cuando éste lo estime conveniente.

t) Autorizar la apertura, cierre y movimiento de cuentas de la Congregación.

u) Recibir del tesorero del Consejo de Diáconos el presupuesto anual, evaluarlo, aprobarlo y presentarlo a la Reunión Congregacional para su ratificación y aprobación final.

Siendo estas las funciones, por lo tanto, sólo hombres llamados por Dios deben ser escogidos para esta tarea. Las congregaciones deben cuidarse de no seleccionar a quienes Dios no ha llamado o equipado.

En Hebreos 1:17 la Biblia nos dice: “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.”

Puesto que su deber será el de obedecer a estos hombres y someterse a su liderazgo, la congregación debe luchar para seleccionar solamente a quienes Dios ha llamado. El no seguir las directrices de Dios conduciría a algunos grandes problemas en la vida de la Iglesia. La iglesia no será lo que Dios ha establecido que sea is está desprovista de un liderazgo piadoso, lo cual es el requisito para el cumplimiento de este propósito.

2. PRINCIPIOS A TENER EN CUENTA EN LA SELECCION DE OFICIALES

Entonces, ¿cómo debe realizar la Iglesia la tarea de seleccionar para oficiales a quienes Dios ha llamado y equipado? Hay algunos principios que debemos tener en mente durante el proceso de elegir oficiales.

2.1. Dios ha otorgado gobernantes a la iglesia 

PRIMERO, la congregación debe estar consciente del hecho que Dios no ha dejado a Su Iglesia sin el liderazgo adecuado que ella necesita para cumplir con la misión que Dios le ha confiado. Efesios 4:11-12 nos dice que el Cristo ascendido ha capturado una gran ejército de hombres de los cuales él es propietario por derecho de haberles redimido, y que de entre este ejército de cautivos Cristo ha seleccionado a algunos para dárselos como dones a la Iglesia . 

El pasaje nos dice: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”

Algunos de los redimidos han sido escogidos por Cristo mismo para servir en la iglesia en la posición de PASTORES Y MAESTROS. La Iglesia puede, por lo tanto, descansar segura que el Señor proveerá, de entre los varones de la congregación, el liderazgo que se necesita.

La iglesia puede empezar orando a fin de identificar, a los varones de la congregación, a quienes Cristo los ha dado a la Iglesia para servir como pastores y maestros. Es mi convicción que la designación “pastores-maestros” en este versículo se aplica tanto a los ancianos docentes y a los ancianos gobernantes. Sin embargo, aunque se niegue esta posibilidad, el principio es el mismo. Quienes deben servir como oficiales en la Iglesia deben hacerlo porque Cristo mismo los ha elegido y dado a la Iglesia como dones para el beneficio del crecimiento.

Cuando una congregación entra en el proceso de elegir oficiales con esta convicción fundacional, esta elección va a ser más cuidadosa y diligente para elegir aquellos hombres a quienes Cristo ha llamado.

2.2. Los varones de la iglesia deben desear servir a Cristo y a su iglesia

A los hombres de la congregación se les debe enseñar que anhelen el ser usados al máximo grado posible al servicio del Señor Jesucristo y a su Iglesia. Cada hombre debe considerar en oración si su Señor lo ha equipado para servir como un oficial, o si su Señor lo está llamando para esta tarea. Un sentido de llamado es de muchísima importancia cuando se uno está tratando de determinar si es que debe o no debe buscar un oficio en la Iglesia. Si un hermano llega a la convicción personal que el Señor lo está llamando a servir como un oficial y que el Señor lo ha equipado para hacerlo, entonces él debe declararlo a los líderes y a la congregación que aspira al oficio de anciano o diácono. Pues, 1 Timoteo 3:1 declara: “Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea.”

El posible oficial no es aquel que nunca en su vida ha pensado servir a Cristo y a Su Iglesia en la capacidad de un oficial hasta el momento en que alguien lo propone para tal oficio. Al contrario, debe ser aquel que ya ha estado buscando ser de beneficio y bendición para el cuerpo de Cristo en el ejercicio de sus dones mientras que en oración ha estado discerniendo el llamado de Dios en su vida.

La congregación debe elegir hombres que ya están convencidos, o en el proceso de estar convencidos en sus propios corazones y mentes que el Señor Jesús los está llamando a servir en Su Iglesia en esta capacidad. Elegir para un oficio de la Iglesia a un hombre que nunca ha considerado sus propios dones y Du llamado, y a quien nunca ha estado involucrado en ministrar a los miembros de la congregación, en mi opinión, por decir lo menos, es demasiado atrevido.

Se espera que el posible oficial ya ha estado orando acerca de su utilidad a la Iglesia de Cristo haya estado tratando de involucrarse en ministrar al cuerpo de creyentes. 

El apóstol Pablo alienta a los hombres a pensar en términos de si Dios los utilizaría o no en esta capacidad cuando dice: “Si alguno desea obispado, buena obra desea.” No hay nada inherentemente malo que alguien “desee” un oficio en la Iglesia. No es una señal segura de arrogancia, sino más bien una señal que dicho hermano está humildemente buscando la voluntad de Dios respecto al servicio en la Iglesia de Cristo. La palabra “desear, o aspirar” significa el “estirar la mano para coger algo. La motivación para esta aspiración es extremadamente importante.

No debe ser que dicho hermano busque el honor de los hombres, o el supuesto prestigio de la posición, sino más bien que él busque servir a la Iglesia de Cristo y promover Su gloria. El posible candidato para el oficio en la Iglesia debe examinar su corazón delante del Señor a la luz del carácter de los requisitos mencionados por el apóstol Pablo en 1 Timoteo 3:2-13 y Tito 1:6-9 (En este folleto se incluye una lista de estos requisitos donde se da una breve explicación de cada uno de ellos).

En tanto que un hombre se convence que el Señor lo ha llamado a servir a la Iglesia como oficial, éste debe someterse a una evaluación de los líderes de la Iglesia y de los miembros de la congregación. Es aquí donde o ellos afirman sus convicciones o las desafirman. Nadie que no tiene la afirmación de la Iglesia debe entrar al oficio de ministerio en la Iglesia.

2. 3. Instruccion a la congregacion

Tercero, la congregación debe recibir instrucción acerca de los requisitos y carácter de los hombres a quien Cristo quiere que sean los pastores y diáconos de Su Iglesia. Puesto que la congregación tiene la responsabilidad de seleccionar los de entre sus propios miembros, es esencial que ellos sean entrenados para reconocer a aquellos que han sido llamados y dotados por Dios.

Si no pueden reconocerlos, o no saben que es lo que deben buscar, inevitablemente van a emplear falsos criterios al elegir oficiales. Con frecuencia las iglesias eligen como oficiales a hombres en base a su posición social en la comunidad. Algunas veces se elige para ser oficial a un hombre porque es un buen empresario. Si se emplean estos criterios no bíblicos se elegirán a hombres que Dios no ha llamado ni equipado. Mientras muchos miembros de la Iglesia lleguen a convencerse que un individuo en particular tiene los dones y que ya los está utilizando en el ministerio de la Iglesia, ellos deben comunicar sus convicciones al mismo individuo y también al presente liderazgo de la Iglesia. Esto es equivalente a proponer a este hermano como candidato para el oficio.

2.4. La iglesia debe proponer la eleccion y ordenacion de sus oficiales

Cuarto, cuando llega a ser claro que la iglesia tiene uno o varios hombres que son, en la opinión de la congregación, llamados y con dones dados por Dios para servir como oficiales en la iglesia, la iglesia debe proponer su elección y ordenación. El procedimiento específico para que el proceso llegue a materializarse, generalmente, es una variación de cinco aspectos: Propuesta de candidatos, capacitación, examen, elección, y la ordenación.

2.4.1. Propuesta de candidatos.– Ya hemos discutido lo de la propuesta de candidatos de una manera informal. Como he dicho anteriormente, cuando un miembro de la congregación está convencido que un hermano ha estado ejerciendo sus dones en la iglesia para el bien de ésta, ya sea como un servidor en obras de misericordia, o como maestro y supervisor de las necesidades espirituales, entonces dicho miembro que ha observado esto en la vida de su hermano debe comunicar su convicción a tal hermano. Al hacer esto, es equivalente a proponerlo como candidato para el oficio de diácono o anciano. Sin embargo, ello no sería una propuesta formal. Cada Iglesia ha establecido dentro de su forma de gobierno un método o procedimiento para recibir formalmente propuestas de candidatos de entre los miembros de la congregación. 

Cuando se ha establecido la fecha para recibir propuestas de candidatos, entonces se tiene que animar a los miembros de la congregación a dar, formalmente, el nombre de un hermano que ellos creen adecuado ante los líderes y ante la congregación para que dicho hermano sea examinado.

2.4.2. Capacitación.- En muchas iglesias, después de haber recibido los nombres de los candidatos se inicia una período de capacitación de parte del los líderes de la iglesia (Presbiterio o Consistorio). Durante este tiempo se requiere de los varios candidatos un período de capacitación a fin de familiarizarlos con los asuntos doctrinales específicos, asuntos de gobierno, y las políticas de la Iglesia. No hay nada erróneo con este procedimiento, pero necesitamos una palabra de advertencia respecto a esta práctica.

En primer lugar, no hay cantidad de capacitación que haga de un hombre un diácono o un anciano. Solamente Dios equipa a los hombres para servir como diáconos o ancianos de la Iglesia. En Hechos 20:28 Pablo exhorta a los ancianos de la Iglesia de Efeso diciendo: “Guardaos vosotros mismos y a toda la Iglesia en que el Espíritu Santo os ha puesto por supervisores [u obispos]…” Si el Señor mismo no ha equipado, ni ha dado dones a alguien para desempeñar un oficio, no hay cantidad de capacitación que pueda convertirlo en oficial. Por esta razón es muy importante que las congregaciones reconozcan a los hombres de entre los hermanos a quienes Dios ha dado dones para el oficio. Nadie debe ser reclutado para ser un oficial en la Iglesia y capacitarlo después de haber hecho esto. Ello sería hacer algo al contrario a lo que se establece en las Escrituras. Un hermano debe ser propuesto al oficio de anciano o diácono porque ha sido reconocido que tiene dones para desempeñarse en dicho oficio y porque ha observado por varios miembros de la congregación que se ha estado desempeñando en dicha capacidad. Esa es la razón por la que se la ha propuesto. No debe ser propuesto en base a que alguna supuesta utilidad para la Iglesia, sobre la asunción que dicho hermano llegará a ser lo que debe ser durante su desempeño en el oficio. No es concebible que se pueda enseñar a un hermano de tal forma que entienda y adopte las doctrinas de la Biblia acerca del oficio de anciano o diácono en pocas semanas de capacitación.

En las iglesias presbiterianas se requiere de los oficiales que adopten y reciban el sistema de doctrina de la Confesión de Fe de Westminster. Con toda seguridad, es imposible que alguien sea capacitado en cuanto al significado e importancia de dicha Confesión de Fe en pocas semanas de capacitación. Los candidatos propuestos deben ser aquellos que ya han demostrado amor por la verdad de Dios y un deseo consciente de crecer en el conocimiento de dicha verdad, tal cual está establecida en la Biblia.

Habiendo puesto la capacitación en perspectiva, debemos decir que no hay nada malo en tener un período de capacitación después que los ancianos hayan sido propuestos para refrescar la memoria, y para familiarizar el candidato con los procedimientos, etc. Este período de capacitación podría ser también útil a los candidatos para determinar si es que ellos son o no llamados por Dios para servir.

Cuando haya terminado el período de capacitación, cada uno de los candidatos debe ser encaminando por los líderes (Presbiterio o consistorio) de la iglesia para garantizar que se cumpla con los requisitos. El testimonio personal de los candidatos debe ser claro, el conocimiento de las Escrituras por parte del candidato debe ser profundo, su comprensión de las doctrinas de nuestra fe deben ser también profunda.

2.4.3. Examen a los candidatos.- El candidato, como lo dice el apóstol Pablo en Tito 1:9 “debe ser apto para exhortar en sana doctrina y para refutar a quienes contradicen.” El propósito del examen es asegurarse que los candidatos que van a ejercer el oficio de supervisión en la iglesia cumplan con los requisitos establecidos en las Escrituras. Los candidatos que reúnen los requisitos y que logren pasar el examen deben entonces ser presentados a la como quienes son aptos para ser elegidos.

2.4.4. Elección.- Luego de haberse completado los exámenes se entra en el momento de la elección. Este es el tiempo en el que los líderes de la iglesia presentan los candidatos que han completado los exámenes con éxito. Sin embargo, esto no significa que dichos candidatos serán automáticamente elegidos al oficio para el cual han sido propuestos. La elección de oficiales de la iglesia es la oportunidad para que cada miembro de la congregación exprese su convicción en cuanto a la voluntad de Dios para con cada candidato. Cada miembro, en una actitud de oración, debe llegar a la convicción respecto a la voluntad de Dios para con cada candidato propuesto. Cuando se da el voto, la congregación pone en evidencia su voluntad colectiva respecto a cada candidato propuesto. Esto constituye un control de este procedimiento, pues ningún miembro de la iglesia debe dictar a dicha iglesia quiénes deben ser sus oficiales. Al contrario, cada miembro da su voto de conciencia y luego tiene que estar dispuesto a someterse a sus demás hermanos respecto al resultado de la elección.

2.4.5. Ordenación.- Después que la elección de oficiales ha concluido, entonces los líderes de la iglesia deben determinar el tiempo en el cual ordenarán a los recién elegidos oficiales a sus respectivos oficios. Generalmente la iglesia ordena a los oficiales durante un servicio de adoración. Como ya lo dijimos anteriormente, nadie accede a un oficio en la iglesia mediante el auto-nombramiento. Al contrario, quienes hayan sido propuestos, capacitados, examinados, y elegidos deben ser llamados a su oficio de supervisión en la iglesia. Tienen que ser apartados de entre la congregación para el oficio mediante la imposición de manos y oración en la presencia de pueblo de Dios que los han reconocido como hombres de Dios dados a la congregación por el Señor mismo.

Este proceso podría parecer largo y tedioso para algunos, pero si una congregación lo hace fielmente y con una actitud de oración, resultará ser una fuente de bendición para dicha congregación. Pues, mediante ello, la congregación descubre a los varones de Dios de entre sus miembros, y en ello encontrará una gran y abundante provisión de un liderazgo piadoso para ellos, lo cual hará de la iglesia una iglesia fuerte y efectiva para los muchos años por venir.

III. LOS REQUISITOS BIBLICOS PARA EL OFICIO EN LA IGLESIA 

Lo que sigue es una lista de los requisitos enumerados en 1 Timoteo 3 y Tito 1. Cada uno de los requisitos es seguido de una explicación. Presento también una escala de evaluación que debe ser usada por una congregación para evaluar a un posible candidato para el oficio en la iglesia. Asimismo, presento un ensayo sobre la diferencia entre el Presbítero gobernante y presbítero docente, como también una breve explicación acerca del oficio de diácono.

El presente documento lo ofrecemos en un intento de orientar a la iglesia en la elección de hermanos varones al oficio de presbítero o diácono. Espero que la información que se presenta aquí sea útil en equipar a las congregaciones para elegir a quienes, de entre sus miembros, Dios ha determinado que servirán como oficiales en Su Iglesia, varones a quienes Dios ha equipado y llamado.

3.1. una breve explicación de los requisitos para los presbíteros : (I Timoteo 3:1-13, y Tito 1:6-9)

3.1.1. Requisitos Positivos: Estos requisitos y habilidades deben estar presentes en la vida del presbítero potencial.

A. Irreprensibles: Esto significa que no deberá haber nada digno de reproche en un presbítero potencial. La palabra griega literalmente significa “a lo que no se le puede pedir cuentas.” La idea que se comunica es que no haya nada por lo cual uno pueda ser acusado para descalificarlo incluso después de una investigación pública. Cosas que hayan sido hechas en el pasado deben ser tratados y resueltas de manera bíblica. La vida del presbítero debe ser un buen ejemplo de moral y pureza para la grey.

B. Fidelidad Marital: “marido de una sola mujer.” Si el presbítero potencial es casado, debe caracterizarse por una incuestionable fidelidad a su esposa. Si hay la menor duda acerca de la fidelidad a su propia esposa en un potencial presbítero, entonces no es apto para cuidar de la esposa de Cristo (la iglesia). Si el potencial presbítero es soltero, debe caracterizarse, en su trato con damas, por una fidelidad de corazón y por el concepto bíblico del matrimonio.

C. Que tenga hijos creyentes y en sujeción: Si hay niños en el hogar del potencial presbítero, ellos deben estar claramente bajo su control y autoridad. Deben ser hijos creyentes que están siendo entrenados por sus padres en las doctrinas de la Palabra de Dios. En 1 Timoteo 3:1 Pablo nos dice del anciano: “que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en toda sujeción con toda honestidad.”

Creo que esto es lo que tiene en mente Pablo cuando nos instruye en Tito que el anciano debe ser padre de hijos creyentes. Estos son hijos del pacto y deben ser criados en un hogar creyente. Este es un deber pactual. El potencial presbítero debe serr un varón que entiende sus obligaciones de un padre bajo el pacto de su Dios. Sus hijos no deben estar acusados de disolución o de rebeldía. Si un varón no puede pastorear su propio rebaño (su familia), ¿cómo puede pastorear el rebaño de Dios?

D. Hospitalario: Traduciendo literalmente desde el texto griego, la palabra hospitalario significa “amador de foráneos.” Su hogar debe ser un refugio de la gracia y misericordia de Dios para la gente que se encuentra en desesperación causada por la esclavitud del pecado. 

La oración y la práctica del presbítero debe estar acompañada de de su ministerio al abrir su hogar hacia otros. El potencial presbítero debería orar así: “Oh, Señor, que la gente halle salvación dentro de las paredes de mi casa!”

E. Amante de lo bueno: El presbítero debe amar aquellas cosas que pueden disponerse para un impacto beneficioso sobre la gente. Por lo tanto, debe tener también el correspondiente rechazo para el mal y sus devastadores efectos sobre la gente. Debe ser un amante devoto de lo bueno, porque tiene un profundo amor por Dios que es especialmente bueno.

F. Sobrio: El presbítero debe tener una comprensión seria y realista de la vida. No debe ser un “idealista” que siempre esta soñando pero que no tiene conocimiento práctico para poder realizar las cosas. Sin embargo, debe estar comprometido con los ideales de la palabra de Dios. Debe evaluar todas las cosas a la luz de la Palabra de Dios y tomar los pasos apropiados de obedecerlos. No debe ser “un pesimista.” En liderar al rebaño de Dios, no debe temer penetrar lo desconocido ni de intentar cosas nuevas. Debe estar en la capacidad de formular juicios sabios. No debe saltar a conclusiones, ni tampoco debe resistirse a tomar decisiones duras cuando sea necesario.

G. Justo: El presbítero debe ser un hombre que es justo en todos sus juicios, ya que se adhiere estrictamente a la justa Palabra de Dios como su única norma para juzgar. No debe mostrar favoritismo, ni siquiera a los miembros de su propia familia. Estos es particularmente importante cuando se trata de administrar disciplina eclesiástica.

H. Devoto: El presbítero debe ser un hombre de piedad y devoción. El testimonio de su vida diaria con Dios debe ser clara. Debe ocuparse diariamente de la Palabra de Dios buscando saber la voluntad revelada de Su salvador. Debe dedicarse diariamente a la oración, comunicándose con el Señor y encomendándole a El los detalles de su vida. Es esencial que el presbítero sea un hombre piadoso. El no debe tomar sus deberes pastorales de manera fría, ni a la manera de un mero empresario, sino que debe ver sus responsabilidades de una manera primordialmente espiritual.

I. Dueño de sí mismo: La palabra griega utilizada para “dominio de sí mismo” literalmente significa “tener fortaleza interna.” Todas las pasiones y deseos del presbítero deben estar bajo su control, puesto que él viven una vida bajo el control del Espíritu Santo quien vive en él. Debe ser un hombre que manifiesta el fruto del Espíritu, pues parte de este fruto es el “domino de sí mismo.” El presbítero debe tener “fortaleza interna” que lo capacita para mantener sus deseos bajo control y de esta manera canalizar sus energías para servir al Señor en obediencia. ¿Cómo puede ejercer un control piadoso sobre la Iglesia del Señor Jesucristo si no puede controlarse a sí mismo?

J. Apto para enseñar: Esto significa que el presbítero debe conocer la sana doctrina de la Palabra de Dios de una manera profunda. (La Confesión de Fe de Westminster es el documento confesional de las iglesias presbiterianas, y es considerada por ellas como una clara presentación de la sana doctrina de las Escrituras). El presbítero no sólo debe poseer un conocimiento personal de la doctrina bíblica, sino que debe tener la habilidad de enseñarla. 

Debe tener la destreza de comunicar la verdad de Dios de tal manera que la gente sea confrontada con ella. Debe ser un varón de tal manera dotado y equipado que tenga la capacidad de defender la sana doctrina de los ataques de quienes son enemigos de la fe. Debe estar en la capacidad de refutar a aquellos que contradicen la sana doctrina. Una cosa es conocer la verdad para uno mismo, pero otra cosa es tener la capacidad de explicarla a otros. Es más, es algo completamente distinto tener la capacidad de defender la verdad contra los ataques y de refutar quienes la atacan.

3.1.2. Requisitos Negativos: Estos requisitos deben estar presentes en la vida de los potenciales presbíteros. Estos son los siguientes:

A. No Obstinado: El presbítero debe tener control de sí mismo, pero no debe ser obstinado. Es decir, no debe ser alguien que se preocupa por complacerse a sí mismo, o de imponerse sobre los demás. No debe ser dominado por interés propio. Sólo puede ser presbítero en la medida que demuestre que él se preocupa por las necesidades y los intereses de los demás. Tiene que pastorear las ovejas de Jesús.

B. No Iracundo: El presbítero no debe ser alguien que se enoja con suma facilidad, o que fácilmente cae en la provocación. Debe ser alguien que pacifica enfrentamientos, puesto que es un administrador de Dios. No debe ser alguien que provoca pleitos.

C. No dado al Vino: La palabra griega literalmente significa “esperar para el vino.” La referencia es claramente dirigida a alguien que abusa del vino. El presbítero no debe ser controlado por ninguna influencia externa o sustancias extrañas. Solamente debe ser controlado por el Espíritu de Dios quien es el que produce el fruto del control de sí mismo. No se requiere de abstinencia total del vino. Aunque uno puede libremente elegir abstenerse del vino por diferentes razones.

D. No Pendenciero: La palabra griega significa literalmente “un golpeador o un peleador.” El presbítero no debe ser alguien que resuelve sus desacuerdos con los puños. Debe ser alguien diestro en el debate y la argumentación pacífica, razonando con la gente en base a las Escrituras. Debe ser pacificador y no alguien que provoca enfrentamientos, o alguien que resuelve dificultades amenazando a aquellos con quienes tiene discrepancias.

E. No Amante de Ganancias Deshonestas: El presbítero no debe ser alguien abiertamente preocupado por dinero, o de usar el oficio de presbítero como un medio de enriquecerse. Esto no significa que el presbítero no tenga el derecho de recibir un salario por su trabajo como es el caso de los presbíteros docentes o pastores. Sin embrago, esto significa que el presbítero no debe pastorear el rebaño de Dios como un medio de llenarse los bolsillos. En efecto, los detalles financieros diarios de la iglesia no deben estar bajo su cuidado. Los diáconos de la iglesia, bajo la supervisión del consistorio, deben ser quienes manejan estos detalles y las finanzas de la iglesia. Muchos presbíteros se ha desviado por el engaño de las riquezas. Por lo tanto, debe quedar en claro que quien aspira al oficio de presbítero debe estar libre de este estorbo.

F. No un Neófito: El presbítero no debe ser un bebé en la fe. Debe ser un varón que ha pasado la prueba del tiempo en perseverancia. El nuevo convertido no es un varón probado y es susceptible de caer en pecado y de esta manera traer gran reproche al nombre de Cristo y de Su Iglesia. El presbítero debe serr un cristiano maduro cuyo carácter ha sido provocado en las pruebas de la vida, y en situaciones que han sucedido en el tiempo. El nuevo convertido no ha tenido el tiempo para crecer y madurar en su entendimiento de las Escrituras, pues toma tiempo adquirir sabiduría.

IV. ESCALA EVALUATIVA PARA EL PRESBITERO POTENCIAL

Esta escala de evaluación sólo tiene el propósito de servir como una guía para los miembros de la congregación al considerar a posibles candidatos, de su congregación, para el oficio de presbíteros. Es esencial que tales varones sean elegidos después que la congregación haya afirmado que de veras Dios mismo ha escogido a estos varones para servir como pastores de su rebaño, bajo el pastorado de Dios. Dios ha establecido Sus requisitos para el oficio de presbítero, y los ha revelado a su pueblo en 1 Timoteo 3 y Tito 1. Los requisitos de estos dos pasajes de la Biblia están enumerados líneas abajo y están puestos en una escala evaluativa. Esta escala está establecida de modo que el varón que es considerado como presbítero de la iglesia reciba una alta calificación con respecto a los requisitos positivos, y reciba baja calificación con respecto a los requisitos negativos. Por lo tanto, el candidato que obtenga baja calificación con respecto a los requisitos positivos y alta calificación en los requisitos negativos, o baja calificación en ambos requisitos, no estaría capacitado para el oficio bíblico de presbítero en la Iglesia de Cristo.

Sin embargo, no debe asumirse que el candidato debe recibir perfecta calificación tanto en los requisitos positivos como negativos para ser admitido al oficio de presbítero. El que cierto candidato es apto para ser presbítero es una decisión que cada miembro de la congregación debe tomar solamente después de mucha oración y evaluación.

CUADRO DE LA ESCALA EVALUATIVA DE LOS 

REQUISITOS POSITIVOS

GradosPresentes y fuertesPresentes pero débiles
RequisitosEscalaEscala
Irreprochable1 2 3 4 5 6 7 8 9 101 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Fidelidad marital1 2 3 4 5 6 7 8 9 101 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Hijos creyentes, etc.1 2 3 4 5 6 7 8 9 101 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Hospitalario1 2 3 4 5 6 7 8 9 101 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Amante de lo bueno1 2 3 4 5 6 7 8 9 101 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Sobrio1 2 3 4 5 6 7 8 9 101 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Justo1 2 3 4 5 6 7 8 9 101 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Devoto/piadoso1 2 3 4 5 6 7 8 9 101 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Dueño de sí mismo1 2 3 4 5 6 7 8 9 101 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Apto para enseñar1 2 3 4 5 6 7 8 9 101 2 3 4 5 6 7 8 9 10

CUADRO DE LA ESCALA EVALUATIVA DE 

LOS REQUISITOS NEGATIVOS

GradosPresentes y fuertesPresentes pero Débiles
RequisitosEscalaEscala
No obstinado1 2 3 4 5 6 7 8 9 101 2 3 4 5 6 7 8 9 10
No iracundo1 2 3 4 5 6 7 8 9 101 2 3 4 5 6 7 8 9 10
No dado al vino1 2 3 4 5 6 7 8 9 101 2 3 4 5 6 7 8 9 10
No pendenciero1 2 3 4 5 6 7 8 9 101 2 3 4 5 6 7 8 9 10
No ganancia deshonesta1 2 3 4 5 6 7 8 9 101 2 3 4 5 6 7 8 9 10
No neófito1 2 3 4 5 6 7 8 9 101 2 3 4 5 6 7 8 9 10

V. PRESBITEROS DOCENTES Y PRESBITEROS GOBERNANTES: 

¿CUAL ES LA DIFERENCIA?

En la Iglesia Presbiteriana siempre han habido presbíteros docentes (pastores), Presbíteros gobernantes, y los diáconos. Ha habido un continuo debate acerca de la relación entre el presbítero docente y el presbítero gobernante. Algunos han tomado el punto de vista que el presbítero docente y el presbítero gobernante son realmente dos oficios distintos y separados en la iglesia. Estos eruditos han argumentado que hay tres oficios en el liderazgo de la iglesia: El pastor o presbítero docente, el presbítero gobernante, y el diácono. Otros, incluido el presente autor, están convencidos que el oficio de presbítero es un solo oficio, y que la clasificación de presbítero docente y presbítero gobernante indican dos clases del mismo grupo de presbíteros. Por lo tanto, debemos analizar y responder la pregunta en cuanto a las diferencias entre estas dos clases de presbíteros. ¿Cómo y por qué el presbítero docente es diferente del presbítero gobernante? Esta pregunta ha sido respondida de varias maneras, y mucha confusión ha prevalecido como resultado de ello.

Muchos formulan sus respuestas bajo una peligrosa comprensión de la diferencia esencial entre el presbítero docente y el presbítero gobernante, y con este mal entendimiento en mente responden a esta pregunta. Espero que este asunto quede clarificado en una manera que sea de ayuda a los miembros de la congregación en la elección de varones para el oficio de presbítero.

I Timoteo 3:2 establece que el presbítero debe ser alguien que es apto para enseñar. Hay muchas iglesias que han mantenido una desafortunada distinción entre las dos clases de presbíteros. Puede entenderse que esta distinción haya ganado terreno en la mente de los creyentes, pues es originada de la misma nomenclatura que se utiliza para designar a las dos clases de presbíteros. La designación de una clase como “presbíteros gobernantes” ha conducido a algunos o, a creer en principio, o a negarlo en la práctica, que el “presbítero gobernante no debe desempeñarse en el ministerio de la enseñanza en la iglesia.”

En más de una oportunidad el autor se ha encontrado con presbíteros gobernantes que, cuando han sido desafiados con la necesidad que ellos deben tomar parte de las responsabilidades de enseñar en la iglesia, han respondido diciendo: “No soy apto para enseñar.” Por supuesto, el problema en este sentido es evidente. Si uno no es “apto para enseñar,” entonces no puede ser presbítero en la iglesia. I Timoteo 3:2 exige que todos los presbíteros ya sean docentes o gobernantes deben ser aptos para enseñar. En efecto, los presbíteros gobiernan la iglesia solamente mediante la enseñanza y aplicación de la Palabra de Dios a la vida de la congregación. Por lo tanto, es claro que todos los ancianos, en virtud de su oficio, gobiernan y enseñan. Tanto presbíteros docentes como presbíteros gobernantes deben enseñar.

Habiendo concluido que todos los presbíteros deben enseñar, revisemos nuevamente la explicación de la exigencia de “ser apto para enseñar.” El presbítero debe ser apto para enseñar, es decir, debe conocer profundamente la sana doctrina de la Palabra de Dios. Debe ser diestro en comunicar la verdad de Dios de tal manera que la gente sea confrontada con ella. Debe, también, estar de tal manera dotado y equipado que tenga la habilidad de refutar a quienes contradicen la doctrina.

Sin embargo, aún debemos considerar otro asunto respecto al oficio del presbítero. ¿Cuán fuerte debe ser la aptitud para enseñar por parte del presbítero? ¿Debe ser apto para dirigirse a grandes multitudes con gran entusiasmo y gran exhortación? ¿O, puede el presbítero “ser apto para enseñar” solamente en encuentros de uno a uno?

El apóstol Pablo no da ninguna indicación de cuán fuerte debe ser la aptitud del presbítero para enseñar. Así, pues, debe permitirse como aceptable que la mínima la aptitud para enseñar sea la de comunicar la Palabra de Dios a personas individuales. Sin embargo, es muy razonable que mientras mayor sea el don de enseñar, el pueblo de Dios estará en mejor condición. Aunque la iglesia debe orar para que Dios les de varones con excepcional aptitud, no debe tener ninguna noción preconcebida sobre cuán fuerte debe ser la aptitud del presbítero para enseñar. Dentro de los presbíteros de una iglesia, algunos poseerán diferentes proporciones del don de enseñar (Romanos 12:6).

Algunos serán capaces de enseñar a multitudes con gran efecto. Otros, solamente tendrán la capacidad de dirigirse a pequeños grupos en forma efectiva. De todas maneras, el presbítero (todos los presbíteros) deben ser aptos para enseñar. Cada presbítero debe ser juzgado según su vida y ministerio. La congregación debe determinar si un potencial presbítero es, o no es pato para enseñar tan efectivamente como el que le sigue. 

Ahora bien, hay un asunto final que es necesario mencionar. Es muy claro que los presbíteros (todos ellos) gobiernan y enseñan. Es muy claro, también, que no todos gobiernan o enseñan con la misma fortaleza. Es, pues, aquí, en la diferencia de la fortaleza y la habilidad donde radica la diferencia entre el presbítero docente y el gobernante. El “presbítero docente” es diferente del presbítero gobernante no porque posea una llamado, o un oficio totalmente diferente. Más bien, el presbítero docente es apartado por la iglesia para predicar la Palabra en razón de la excepcional fortaleza de sus dones. 

Es sabio que la iglesia aparte ciertos varones excepcionalmente dotados para la tarea de la predicación y al enseñanza de la Palabra a tiempo completo. La iglesia será grandemente bendecida, si en su medio hay presbíteros que son financieramente apoyados para que dediquen todo su tiempo a enseñar y predicar a Su pueblo la verdad de Dios, que cambia la vida. Históricamente hablando, esta tarea se ha denominado el “llamado al ministerio del evangelio.” En realidad, es un llamado a predicar. Es preocupante cuando presbíteros docentes que ha sido llamados por Dios para predicar la Palabra usan todo su tiempo para organizar programas y para actuar como un presentador de juegos los domingos por la mañana en vez de alimentar el rebaño con la comida sólida de la Palabra de Dios. El “presbítero docente” no es solamente un maestro de la Palabra de Dios, pero es también, alguien que posee el fuerte don de ser apto para predicar la palabra de Dios con gran convicción y con un impacto beneficioso sobre el pueblo de Dios. Aquí es donde radica la diferencia entre el “presbítero docente” y el “presbítero gobernante,” y en la aptitud para predicar la Palabra de Dios.

Podría preguntarse, además, acerca de la distinción entre “predicar la Palabra” y “enseñar la Palabra.” ¿Es esta una distinción legítima? Es difícil explicar la diferencia entres estas dos actividades y responsabilidades de los presbíteros de la iglesia. Cuando uno estudia las Escrituras para encontrar alguna clara y rápida diferencia de naturaleza objetiva, ésta no se encuentra. La gente tiene mayor aptitud para reconocer la predicación por sobre la enseñanza que la que tiene para describir las deferencias entre ellas. Algunos han propuesto que el ingrediente crucial es la exhortación. Sin embargo, toda buena predicación es tanto predicar como exhortar, y toda buena enseñanza incluye también la exhortación. Pero al estudiar las Escrituras detalladamente, parece que hay algunas diferencias entre estas dos tareas.

El apóstol Pablo dice en I Timoteo 2:7 “para esto te aparté como predicador (kerusso) y como un apóstol (digo la verdad no miento) como maestro de los gentiles en fe y verdad.” Y en I Timoteo 1:11 el apóstol declara algo perecido, “por lo cual te llamé como predicador (kerusso) y maestro. A partir de estos dos textos, parece que el apóstol reconocía una distinción entre la enseñanza y la predicación. Pablo dice que él fue llamado para ser, tanto predicador como maestro. La predicación parece ser siempre un ministerio más público de anunciar la verdad de Dios a un grupo, acompañada por la bendición del Espíritu Santo quien mueve a la acción a los corazones de Su pueblo (Hechos 20:20-27 y Romanos 10:14ss). Por otro lado, la enseñanza parece ser más un intento calculado de proclamar la Palabra de Dios ya sea a una sola persona o a muchas. Aunque la buena enseñanza es motivadora, parece que la predicación lo es mucho más.

Habiendo revisado la posible distinción entre la enseñanza y la predicación, aún queda una pregunta más que se debería hacer acerca del oficio de presbítero. ¿Todos los presbíteros deben ser aptos para predicar?

Si lo que hemos dicho anteriormente, acerca de la diferencia entre la predicación y la enseñanza es correcto, la respuesta a esta pregunta es “no.” No todos los presbíteros deben tener la aptitud de predicar aunque todos los presbíteros deben tener la aptitud para enseñar. Debe notarse, una vez más, que el apóstol Pablo no establece la aptitud de predicar como un requisito para los presbíteros en I Timoteo 3:1-7. Sin embargo, cuando el apóstol habla directamente a Timoteo, le exige predicar (kerusso). Es decir, el oficio y la posición de liderazgo de Timoteo exigía de él la habilidad de predicar además de la habilidad de enseñar. Hoy en día, el presbítero que tiene el encargo de predicar la Palabra a la congregación del pueblo de Dios se llama “ministro del evangelio,” o “predicador.”

¿Es esta distinción correcta? Lo es en algún sentido, y no lo es en otros sentidos. La respuesta es “no” en el sentido que todos los presbíteros son ministros de la Palabra puesto que son responsables de enseñar la Palabra de Dios a Su pueblo. Ellos gobiernan el rebaño de Dios al enseñar y aplicar la verdad de Dios a todas las esferas de la vida. Si hay alguna diferencia entre los presbíteros, ésta no tiene que ver con que unos son ministros del evangelio y otros no. Sin embargo, hay otro sentido en que podemos decir que el presbítero que es llamado como “ministro del evangelio” si es diferente a la del resto de presbíteros. Tenemos que reconocer que algunos presbíteros no sólo tienen el don de enseñar, sino que también tienen la aptitud de predicar la Palabra de Dios. Estos presbíteros son dotados por Dios para ser heraldos de Su Palabra ante Su pueblo con tal efecto que según el principio de I Timoteo 5:17-18 ellos deben recibir una remuneración por dicho trabajo. Los presbíteros que solamente enseñan también podrían recibir un salario por su trabajo, pero especialmente aquellos que “trabajan en predicar y enseñar.”

Debe notarse que el oficio de presbítero es uno solo. Sea que uno sea “presbítero gobernante” o “presbítero docente,” Dios demanda del presbítero que enseñe las Escrituras y que ejerza cuidado pastoral sobre el rebaño. En otras palabras, existe una paridad (igualdad) entre el “presbítero docente” y el “presbítero gobernante,” ambos tienen el mismo oficio, la misma autoridad, y básicamente las mismas responsabilidades. Sin embargo, algunos presbíteros, en razón de la fortaleza de sus dones y de su aptitud para predicar, deben ser apartados o llamados en una manera especial para predicar la Palabra de Dios y ser remunerados por su trabajo para que ellos estén libres para desarrollar y utilizar sus dones para el mayor bendición de la Iglesia de Cristo. A estos presbíteros se les denomina “presbíteros docentes.”

Quizás la mejor manera de hablar acerca de los presbíteros de la iglesia con respecto a sus diferentes llamados sea así:

PRESBITEROS (un oficio, dos clases)
PRESBITEROS DOCENTES (Gobernantes)PRESBITEROS GOBERNANTES(docentes)
Don de enseñar excepcionalmente fuerteDon de enseñar, y aptitud de predicar por lo menos a nivel individual
Recibe remuneración por su trabajo para dedicarse completamete al ministerio del evangelioNo tiene dones suficientemente fuerte para predicar, normalmente no recibe remuneración por su trabajo
Tanto a los presbíteros docentes como a los gobernantes se les exige gobernar el rebaño

VI. CONSIDERACIONES BASICAS ACERCA DEL OFICIO DEL DIACONO

Dos oficios han sido establecidos por Cristo en su Iglesia. En primer lugar tenemos el oficio de Presbítero, cuyo deber es el cuidado espiritual y el bienestar del cuerpo de Cristo. En segundo lugar, tenemos el oficio de Diácono, cuyo deber es cuidar de las necesidades físicas de la congregación y de llevar adelante el ministerio de misericordia. Aunque esta distinción parezca bastante simplista, sin embargo esto es fundacional. Las diferencias entre el oficio del Presbítero y el Diácono están, en principio, establecidas en el episodio registrado en Hechos 6:1-6

En aquellos días, como crecía el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria. (2) Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. (3) Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. (4)Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. (5) Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; (6) los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos. 

Notemos que el problema en cuestión en este texto es la necesidad física y el bienestar de las viudas. Aparentemete se había establecido la manera de cuidar de las viudas necesitadas por parte de la Iglesia. La discusión resultó en base a que las viudas de los judíos-griegos no estaban siendo bien atendidas. Cuando este asunto fue dado a conocer a los apóstoles, ellos decidieron que “no es justo que dejemos la Palabra de Dios para servir a las mesas” (Hechos 6:2). Pero, aún más, ellos declararon “nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra.” De esta manera los apóstoles establecieron una división del trabajo entre aquellos que cuidan de la Iglesia. Los apóstoles sostenían que sus deberes primordiales estaban en la esfera del cuidado espiritual del pueblo de Dios, y que si se dedicaban a atender las necesidades físicas de la congregación se iban a desviar su deberes primordiales; es decir, de la ración y el ministerio de la Palabra.

El oficio del Presbítero continúa la tradición apostólica del cuidado espiritual del pueblo de Dios. El Señor Jesucristo le encargó al apóstol Pedro que pastoreara Sus ovejas, y el apóstol Pedro a la vez encargó a los presbíteros de la Iglesia (llamándolos compañeros presbíteros) el deber de pastorear el rebaño de Dios que está entre ellos (1 Pedro 5:1-5). Debe enfatizarse que los apóstoles no rehusaron el servir las mesas porque era algo que estaba muy por debajo de ellos, sino porque esto les desviaría de lo que Dios les había exigido como pastores del rebaño.

Por lo tanto, se le instruyó al pueblo de Dios que elija a varones especiales de entre la congregación para que atiendan las necesidades físicas de la congregación. Estos varones eran, según Hechos 6:3, “varones de buena reputación, llenos del Espíritu Santo, y de sabiduría.” Estos varones sirvieron en la misma capacidad que aquellos que más tarde sirvieron a la iglesia como diáconos. La palabra “diácono” (diakonos) literalmente significa “apurarse por algo, buscar.”

Así, pues, el diácono es llamado por Dios y confirmado por el pueblo de Dios como un servidor. El tiene que ocuparse de los asuntos de buscar al pueblo de Dios respecto a sus necesidades. El es alguien que sirve al pueblo de Dios con un corazón compadecido.

En muchas congregaciones los diáconos hacen algo más que recoger los diezmos y las ofrendas, pagar los recibos de luz, agua, o de arreglar el jardín de la Iglesia, cerrar o abrir las puertas, barrer la iglesia. Estos son deberes dignos, pero esto no es todo lo que debe hacer el diácono. En Hechos 6 estos proto-diáconos eran los administradores del cuidado de las viudas de la Iglesia. Según Santiago 1:27 es una señal de “la religión pura y sin mancha es esta, visitar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones.” Los deberes del diácono son todo lo que es necesario dentro de los límites legítimos del ministerio de la iglesia para servir a las necesidades físicas del pueblo de Dios.

Históricamente, el ministerio diaconal ha dado de comer a los necesitados, provisto de techo a los que no tienen casa, vestido a los desnudos, visitado a los encarcelados, educado a los ignorantes, y cuidado a los enfermos. En otras palabras, el plan de Dios para el bienestar que es parte inherente de la comunión de los santos y el ministerio diaconal de la iglesia está diseñado para promoverlo y desarrollarlo. Los diáconos deben ayudar al pueblo de Dios a administrar su dinero, ofrecer préstamos a los pobres sin interés en casos de emergencia, y ayudar a la congregación a manifestar la compasión y misericordia de su Dios en maneras concretas y medibles. Ciertamente, cada cristiano debe ser un siervo, y los diáconos deben conducirlos por el sendero del auto-sacrificio y servicio sin egoísmo, en el nombre, y para la gloria del Señor Jesucristo.

VII. UNA BREVE EXPLICACION DE LOS REQUISITOS PARA EL OFICIO DE DIACONO

A medida que la iglesia maduraba durante el primer siglo, el oficio de diácono llegó a ser un oficio permanente en la vida y ministerio de la Iglesia. El apóstol Pablo trata más ampliamente los requisitos para el oficio de diácono en 1 Timoteo 3:8-13. Los requisitos estás enumerados con una breve explicación de cada uno de ellos. También presento una escala de evaluación para ser utilizada por la congregación en la evaluación de los candidatos potenciales al oficio de diácono.

7.1. Requisitos Positivos

A. Honestos.- Viene del griego semnous que significa reverendo, augusto, venerable, serio, seriedad de propósito, auto-respeto en conducta. El diácono debe ser un hombre de dignidad. No debe ser soez ni de malas maneras en el cuidado de las necesidades del pueblo de Dios. El oficio que el ocupa requiere una actitud de reverencia.

B. Conciencia Limpia.- Este requisito se encuentra en 1 Timoteo 3:9. Se requiere que el diácono sea un varón que esté “manteniendo la fe con clara conciencia,” literalmente significa “con limpia (kathera) conciencia.” “La Fe” a la que se refiere este versículo es el depósito de la doctrina cristiana revelada por nuestro Señor y el ministerio de los apóstoles. Se le llama “misterio” porque sólo es conocida por Dios quien la ha revelado mediante los profetas y apóstoles, y porque sólo es verdaderamente conocida cuando Dios la aplica al corazón por la obra soberana del Espíritu Santo. El diácono debe ser alguien que evidencia un mantenimiento tenaz de la santa fe y que lo hace con conciencia limpia. Es decir, su conciencia debe ser limpia de cualquier pecado no confesado o de algún motivo impuro. Debe abrazar la fe motivado por una sincera conciencia de su pecaminosidad y de un corazón genuinamente arrepentido. 

C. Irreprensible.- Esta palabra viene del griego anegkletos y que significa “hacer entrar/hacer intervenir/pedir la ayuda de,” pero esta palabra compuesta está precedida de un prefijo negativo, por lo cual indica “lo que no puede cuestionarse.” Es decir, un varón está libre de todo reproche si después de una profunda investigación no se encuentra nada en su contra. Nadie debe estar en la posibilidad de acusarlo de tener un carácter mentiroso, de adustez, de impiedad en sus negocios, etc. No debe ser diácono en la Iglesia de Cristo sin haber pasado por un período de prueba. En Hechos 6:3 los apóstoles exigen que estos varones que van a servir a la congregación deben ser “varones de buena reputación.” Si un varón no tiene buena reputación, si se tiene reproches contra él, entonces no cumple los requisitos para servir como diácono. 

D. Marido de una sola mujer.- Literalmente, el diácono debe ser “hombre de una sola mujer.” Es decir, si el potencial diácono es casado debe caracterizarse por una incuestionable fidelidad a su esposa. Un varón no está calificado para cuidar de las necesidades de la esposa de Cristo (la Iglesia) ¡si hubiera la más pequeña duda de su fidelidad a su propia esposa! Si el potencial diácono no es casado, éste debe caracterizarse por una pureza y soltería de corazón por los conceptos bíblicos del matrimonio y del sexo.

E. Buen administrador de sus hijos y su casa.- Si hay hijos en el hogar, éstos deben estar claramente bajo su autoridad y control. La palabra griega que se traduce como “administrador” literalmente significa “gobernar.” Sus hijos deben ser disciplinados. El diácono debe entrenar a sus hijos en las doctrinas de la Palabra de Dios. El potencial diácono debe ser un varón que entiende sus deberes bajo el Pacto de su Dios. Debe gobernar bien su casa. Si un varón no puede cuidar de las necesidades de su propio hogar, ¿cómo puede cuidar de las necesidades de la familia de Dios?

7.2. Requisitos Negativos:

A. No ser de doble ánimo.- La palabra griega que describe esta característica es dilogous que literalmente significa “decir la misma palabra dos veces.” El diácono no debe ser chismoso. La indicación es que, en su conocimiento íntimo de las necesidades de la gente, puede estar tentado a repetir palabras que no debieran repetirse; o que de su opinión particular acerca de un suceso a una persona y otra opinión distinta a otra persona. Esto no debe hacer un diácono. 

B. No dado al vino.- Es decir, el diácono no debe ser un varón que es controlado por el vino o cualquier otra influencia externa. La palabra que de traduce como “dado/adicto” puede ser traducida literalmente como “entregarse a.” El diácono debe entregarse solamente al Señor y al Espíritu Santo. En Hechos 6:3 los apóstoles exigieron que el diácono sea un varón “lleno del Espíritu Santo y de sabiduría.” Debe notarse que no se exige la abstinencia total; aunque, si alguien lo considera sabio, pude libremente escoger abstenerse.

C. No amante de ganancias deshonestas.- Es decir, el diácono no debe estar muy preocupado por el dinero, o utilizar su oficio de diácono como una manera de enriquecerse. El diácono al cuidar de los pobres, huérfanos, viudas, u otros necesitados del rebaño estará involucrado en el manejo de fondos. Por lo tanto, debe estar libre de un impío deseo de enriquecerse.

7.2. CUADRO DE LA ESCALA EVALUATIVA DE LOS REQUISITOS POSITIVOS

GradosPresentes y fuertesPresentes pero Débiles
RequisitosEscalaEscala
Honesto1 2 3 4 5 6 7 8 9 101 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Conciencia limpia1 2 3 4 5 6 7 8 9 101 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Irreprensible1 2 3 4 5 6 7 8 9 101 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Fidelidad marital1 2 3 4 5 6 7 8 9 101 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Administra bien su casa1 2 3 4 5 6 7 8 9 101 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Lleno del Espíritu1 2 3 4 5 6 7 8 9 101 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Sabiduría1 2 3 4 5 6 7 8 9 101 2 3 4 5 6 7 8 9 10

7.3. CUADRO DE LA ESCALA EVALUATIVA DE LOS REQUISITOS NEGATIVOS

GradosPresentes y fuertesPresentes pero Débiles
RequisitosEscalaEscala
No doble ánimo1 2 3 4 5 6 7 8 9 101 2 3 4 5 6 7 8 9 10
No dado al vino1 2 3 4 5 6 7 8 9 101 2 3 4 5 6 7 8 9 10
No amante de ganancias deshonestas1 2 3 4 5 6 7 8 9 101 2 3 4 5 6 7 8 9 10

Espero que este folleto haya sido de ayuda para usted como una herramienta al considerar este importantísimo tema de la “elección de los varones de Dios.” El proceso podría parecer largo y engorroso, pero los peligros de ignorarlo excede grandemente cualesquier argumento a favor de hacer las cosas apuradas. Que al Señor le plazca utilizar este folleto para aumentar el entendimiento de Su pueblo acerca de este tema, y que el resultado sea que la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo se equipe a fin de servirle mucho mejor.

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