“CALVINISMO”, ¿HEREJÍA U ORTODOXIA?

Por Guillermo Green

Reforma Siglo XXI, Vol. 15, No. 1

Los calvinistas convencidos insisten en que su teología refleja con fidelidad las enseñanzas bíblicas. Muchos anticalvinistas insisten, con más vehemencia aún, en que el calvinismo es una herejía que apaga el evangelismo y suprime las buenas obras y la santificación. Leí hace algún tiempo un tratado anticalvinista que advertía al lector contra estas enseñanzas nocivas para el cristiano, declarando que tales calvinistas promovían una religión antievangelística, libertina, y peligrosa.

  1. Hombre de paja

Muchos anticalvinistas representan el calvinismo equivocadamente. Probablemente porque nunca han leído por   sí mismos a los calvinistas. Sorprende la cantidad de mala información acerca del calvinismo. He oído personalmente muchos argumentos contra el calvinismo que simplemente no se aplican. Es fácil derribar un hombre de paja. Y esto es precisamente lo que muchos ‘anticalvinistas’ hacen. Erigen un argumento (falso y absurdo), y luego lo derriban con muchos argumentos bíblicos. ¡Sin embargo, una gran mayoría de estos argumentos son lanzados contra personas que no existen! Yo nunca he conocido un calvinista que esté contra la evangelización, ni contra la santidad de vida. Así que, es importante en primer lugar hacer algunas aclaraciones en cuanto al calvinismo.

1.1 Acusación: “Los calvinistas siguen a un hombre, Juan Calvino”

Es un hecho que a Juan Calvino no le hubiera gustado  el término “calvinismo”. Calvino insistió en una tumba no marcada, precisamente porque no quería que nadie le honrara a él. Su lema en toda su vida era “toda la gloria es para Dios”. Calvino vivió este lema a lo máximo, y nunca quería reconocimiento ni fama para sí mismo. Calvino hubiera preferido el término “bíblico”, o “cristianismo histórico”, o bien “agustinianismo”.

Pero todos creen que su teología es “bíblica” e “histórica”. Así que, la práctica exige que distingamos entre corrientes. El hecho es que personas han representado y defendido ciertas corrientes. Pelagio enseñó el libre albedrío del hombre, y Agustín enseñó la incapacidad del hombre. Arminio enseñó el libre albedrío del hombre en la salvación, y Calvino enseñó la incapacidad del hombre y la necesidad de gracia soberana. Así que, utilizamos los términos “pelagianismo” y “agustinianismo”. También “arminianismo” y “calvinismo”.

Los anticalvinistas que argumentan que los calvinistas siguen a un hombre, mientras ellos siguen a Cristo, engañan solamente a los ignorantes. El anticalvinista simplemente es pelagiano, semipelagiano, o arminiano.

Así que, el uso de “calvinismo” o “arminianismo” es para efectos de economía de palabras. Se refieren a sistemas de teología. En este sentido tienen validez y sirven un uso práctico.

1.2 Acusación: “Los calvinistas no creen en las misiones”

Ninguna persona que conoce lo  mínimo acerca de la historia de la Iglesia podría decir que los calvinistas no creen en el evangelismo. La historia de misiones está repleta con el nombre de verdaderos héroes en la obra misionera, quienes hicieron tremendos sacrificios por la causa de llevar el Evangelio a los perdidos, algunos muriendo por su esfuerzo. William Carey, conocido como “el padre de las misiones modernas”, fue calvinista. Pero mucho antes que él, los moravos habían llevado un evangelio ‘calvinista’ a muchos lugares del mundo. David Brainard dio todas sus energías por evangelizar a los indios americanos, cayendo enfermo por sus arduos viajes en invierno y las duras condiciones de vida. Murió joven, pero gozoso, por poder servir la causa de las misiones. Brainard fue calvinista.

El gran misionero a la China, Hudson Taylor, fue calvinista, lo mismo que William Chalmers Burns, quien trabajó junto con Taylor durante algún tiempo. George Paton, misionero pionero en las islas Nuevas Hebrides, fue calvinista. Su fe calvinista le permitió enfrentar tribus de caníbales para poder llevarles las buenas nuevas de Jesucristo. Henry Martin, quien tradujo la Biblia en varios idiomas de la India, y también al persa, fue calvinista. Y la lista continúa.

El punto aquí es que el calvinismo, en lugar de apagar el evangelismo, parece formar parte de la teología de algunos de los más comprometidos y valerosos misioneros. Quienes dicen que el calvinismo impide el evangelismo son ignorantes tanto de la historia, como de la esencia del calvinismo. Es hora de que los anticalvinistas se informen sobre el calvinismo. El calvinismo tiene la historia a su favor en cuanto a celo misionero.

1.3 Acusación: “Los calvinistas no creen en la santificación”

Los anticalvinistas suelen decir que el calvinismo fomenta una vida de libertinaje. Como el calvinismo enseña la elección gratuita de Dios aparte de las obras, el cristiano entonces (según el anticalvinista) no se preocupará por buenas obras   y una vida de santidad. A veces, la alerta es acompañada con ejemplos de la vida real de calvinistas pecaminosos.

Obviamente, el punto no es cuál grupo tiene pecadores más malos. ¡Los calvinistas podemos encontrar muchos anti- calvinistas pecaminosos también! El punto principal es este:

¿Enseña el calvinismo una vida sin santidad? ¿Promueve el calvinismo el libertinaje con base en su creencia en la elección divina?

Otra vez nos encontramos ante calumnias sin fundamento. Juan Calvino, en su Institución de la religión cristiana, trató el tema de la santificación antes del tema de la justificación. Esto es importante, porque los Católicos del tiempo de Calvino hacían justamente el mismo argumento: “el calvinismo promueve una vida de libertinaje”. Mientras Calvino afirmaba la elección divina, y la justificación por fe sin obras, también afirmaba que el cristiano recibe por fe un Jesucristo entero. Quería decir que al recibir a Cristo, recibimos su justificación tanto como su santificación. Para Calvino, no era posible recibir el perdón y la justicia de Cristo, sin recibir un corazón renovado y regenerado. Aunque la justificación era aplicada al cristiano gratuitamente, por la fe sola, sin embargo, Dios en Cristo también renovaba el corazón del creyente, y el fruto de la fe verdadera era necesariamente el deseo de vivir una vida para la gloria de Dios.

Creo que las acusaciones contra el calvinismo en cuanto a la santidad provienen más bien de bandos legalistas. Estos no creen en la justificación gratuita por la fe, sino que enseñan alguna forma de pelagianismo o semipelagianismo. Ante esto, el calvinista siempre afirmará sola gratia, sola fide, y solus Christus. Un legalismo disfrazado es fácilmente desenmascarado. Es una traición al Evangelio minimizar el lugar fundamental de la justificación gratuita por fe, y sustituirla por una supuesta preocupación por “la santidad”. Ninguna “santidad” agrada a Dios que no sea la perfecta santidad de Jesucristo, imputada al pecador por fe. Nuestras obras sólo tienen importancia cuando somos justificados y reconciliados a Dios por Cristo y por la fe. Es entonces que Dios podrá recibir nuestros pobres esfuerzos por agradarle, porque somos purificados en Cristo, y Cristo intermedia a nuestro favor.

La cantidad de libros escritos por calvinistas sobre la vida de santidad es demasiado grande como para incluir aquí. Basta mencionar un catecismo temprano calvinista, el Catecismo de Heidelberg. La sección más larga de este Catecismo trata “la vida de gratitud”, e incluye la forma de obedecer a los diez mandamientos, la oración, y otros aspectos de la vida del cristiano. La acusación de que los calvinistas no creen en una vida de santificación es sencillamente falsa. Las confesiones calvinistas, los catecismos, y muchos escritos dan testimonio hermoso y pleno de una teología robusta y equilibrada que  da testimonio claro a la obra de Dios completo en el cristiano.

2. El meollo del asunto

Los que levantan hombres de paja con relación al calvinismo ocultan muy mal su agenda verdadera. Todo lector  de este artículo debe tomar nota de esto. Tal vez usted ha sido engañado por los que nunca han leído realmente a los calvinistas, o por quienes intentan justificarse a sí mismos  al embarrar a otros con herejías que no enseñan. ¿Cuál es el meollo del asunto?

2.1 ¿Quién recibe la gloria?

La Biblia afirma sin lugar a dudas que “la salvación es de Dios” (Salmos 3:9; Jonás 2:9). Esto significa que todo aspecto de la salvación “es de Dios”, tiene su origen en Dios, y proviene de Dios.

La Biblia también afirma que es Dios que regenera sólo al pecador y le da su misma fe ( Juan 3:5–7; 6:44; Efesios 2:8). El pecador no se regenera a sí mismo. El hombre es “muerto en sus delitos y pecados” (Efesios 2:1), pero Dios lo salva “para alabanza de la gloria de su gracia” (ver Efesios 1:6, 14). Si fuera el caso que el hombre participaba en su salvación, la gloria sería compartida entre ambas partes. Pero desde que Adán desobedeció a Dios y mereció eterna muerte para toda su descendencia (Romanos 5:12), Dios se complace en salvar a un pueblo elegido para su gloria.

Es difícil entender la posición anticalvinista, ya que la Biblia es tan clara en cuanto a este punto. Pablo enfatiza la soberana gracia de Dios ¡precisamente para que nadie se gloríe! (Efesios 2:9). Tal vez algún anticalvinista dirá que Pablo habla contra las obras, pero no contra el libre albedrío. Sin embargo, el punto de Pablo desde el versículo 1 es que sólo existe dos estados: “muerto” o “resucitado en Cristo”. Los muertos son todos los hombres aparte de Dios. Los “resucitados” llegaron a ese estado no por ninguna actividad propia, sino por la fe que es “un regalo de Dios” (vs. 8). Y Pablo añade la siguiente cláusula como para asegurarse que nadie malentienda, “no por obras para que nadie se gloríe”. Para Pablo el punto es quién recibe la gloria. Si el hombre participa en su propia salvación, una parte de la gloria es para él. Pero Pablo anula ese argumento contundentemente, afirmando que no hay ningún motivo para que el pecador se gloríe, ya que su salvación es una obra completamente divina, y no merecida. Su fe no es propia, y sus obras no lo salvan. ¿Qué podría ser más claro?

Los Reformadores del siglo dieciséis tenían el lema: Soli Deo gloria, es decir, “sólo a Dios la gloria”. También decían, “a Dios toda la gloria”. Muchos anticalvinistas quieren darle gloria a Dios, pero no toda la gloria. Muchos evangélicos hoy han olvidado sus raíces. Un “cristianismo” confundido que intenta repartir parte de la gloria al hombre deja de manifestar aquella joya del Evangelio que fue recuperada en la Reforma Protestante, y permite que la joya se manche y se embarre con los mismos errores que requerían la primera Reforma. ¿Se necesita hoy otra Reforma que pone en alto una vez más la gloria de Dios? ¡Creo que sí!

2.2 ¿Qué tan poderoso es el hombre?

Otra doctrina que los anticalvinistas sostienen es un concepto demasiado alto del hombre y su capacidad. Se unen a Pelagio del cuarto siglo, quien enseñó que el hombre tiene la capacidad innata de cumplir con los mandamientos de Dios. Pelagio afirmaba, al igual que sus hijos hoy, que Dios no mandaría algo que el hombre no puede cumplir.

Pero los argumentos que siguen una línea de lógica humana no siempre se ajustan a la Biblia. El gran teólogo Agustín, contemporáneo de Pelagio, oró otra oración que se ajustaba a la lógica bíblica: “Pide lo que quieres, y concede lo que pides”. Agustín reconocía que Dios siempre tenía el derecho de exigir la obediencia, aún a los pecadores muertos en pecado. La desobediencia del hombre no anulaba el señorío de Dios. Y Agustín reconocía que la única forma de poder cumplir con el mandamiento de Dios, es si Dios mismo concedía la disposición y el poder. Este enfoque de Agustín se ajusta a la enseñanza bíblica.

Los anticalvinistas a menudo afirman que “Dios no viola el libre albedrío del hombre”. Pero hay dos problemas con su argumento. En primer lugar, la Biblia dice que nadie resiste la voluntad de Dios ( Job 23:13; Romanos 9:19). Uno de los nombres para Dios es “Todopoderoso”, y Dios mismo se atribuye este nombre a sí mismo (Génesis 17:1). Este nombre sería superfluo si Dios nunca intentaba “sobre imponerse”. Sería una mentira si los hombres podían resistir la voluntad de Dios. Los anticalvinistas dicen que Dios ha decidido no infringir en la libertad del hombre. Pero la Biblia ¡nunca dice esto! Al contrario, ¡Dios tiene que infringir la voluntad del hombre para salvarlo! El pecador por sí mismo se describe así:

No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; Su boca está llena de maldición y de amar- gura. Sus pies se apresuran para derramar sangre; Quebranto y desventura hay en sus caminos; Y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos (Romanos 3:10–18)

El resumen de nuestra condición es así: Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23).

Y la única solución es:

Siendo justificados gratuitamente por su gracia mediante la redención que es en Cristo Jesús (Romanos 3:24).

El término “gracia” apunta a un regalo no merecido. El hombre no amerita, no gana este regalo; todo lo contrario. Es un aborrecedor de Dios, y es aborrecible ante Dios. Pero Dios, con un misterioso amor, libremente, gratuitamente y soberanamente salva al pecador escogido.

En segundo lugar, la Biblia usa términos para la salvación que señalan precisamente la incapacidad del hombre, y la soberanía de Dios. Por ejemplo, la enseñanza bíblica sobre el “nuevo nacimiento” apunta a esto mismo ( Juan 3; Santiago 1:8; 1 Pedro 1:3). Ningún ser humano tuvo participación en su propio nacimiento. El Espíritu Santo escogió esta metáfora para señalar la incapacidad del hombre en la salvación y la agencia divina de nuestro Padre celestial.

Otra figura que la Biblia utiliza es la liberación de la esclavitud. Los israelitas fueron esclavizados por un poder superior a ellos. Sólo Dios podía salvarlos. Esta esclavitud  y liberación señalaba y apuntaba hacia la salvación espiritual ( Juan 8:34; Romanos 6:16–20). De nuevo, Dios escoge una metáfora para la salvación que muestra la incapacidad del hombre.

Podríamos tomar prácticamente todos los términos para la salvación, y encontramos un énfasis en la incapacidad total del hombre para salvarse. La necesidad de un mediador; la necesidad de un sacrificio sustitutivo; la necesidad de ser lavado de inmundicias; la justicia imputada de Cristo. De hecho, cuando Pablo describe la salvación, el único agente es Dios:

Porque a los que (Dios) antes conoció, también (Dios) los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que (Dios) predestinó, a éstos también (Dios) llamó; y a los que (Dios) llamó, a éstos también (Dios) justificó; y a los que (Dios) justificó, a éstos también (Dios) glorificó (Romanos 8:29–30).

2.3 ¿Hay algo que no está claro?

Es un misterio cómo los anticalvinistas pueden afirmar las capacidades del hombre, cuando la Biblia de principio a fin califica al hombre como “muerto” en sus pecados, y uno que odia a su Creador por naturaleza, uno que necesita total- mente la ayuda de Dios. Adán no andaba buscando a Dios. Andaba huyendo. Y todos sus hijos seguimos a nuestro padre. Por naturaleza tenemos miedo a Dios, lo odiamos, y no nos interesa obedecerle.

Los anticalvinistas tienen un concepto del hombre demasiado elevado. Este error no es simplemente un error doctrinal. Tiene consecuencias graves en la práctica. Permite darle poder al hombre que no tiene, y gloria al hombre que no merece. También conduce a toda clase de prácticas erróneas en el evangelismo y el discipulado, porque su diagnosis del problema es parcial y desviado.

3. El verdadero calvinismo

El verdadero calvinismo acepta el testimonio bíblico acerca del hombre, de Dios y la salvación. Un  punto  importante es que el calvinismo acepta paradoja, mientras los anticalvinistas intentan someter todo el testimonio bíblico a su propio raciocinio. Los anticalvinistas a menudo caen o en el lado del racionalismo, o en el otro extremo, en el misticismo. El calvinista traza un camino de razonar conforme al testimonio de Dios, y admitimos que “los caminos de Dios no son nuestros caminos, ni sus pensamientos nuestros pensamientos” (Isaías 55:8). Es importante recordar que hay cosas reveladas, y cosas secretas (Deuteronomio 29:29), y el cristiano bíblico es cuidadoso de respetar ambas.

El calvinista reconoce con la Biblia que el hombre es total- mente incapaz de salvarse, ni siquiera puede creer. Necesita un nuevo nacimiento, necesita ser regenerado por el Espíritu de Dios. Pero, el calvinista también reconoce que Dios utiliza medios para obrar esta regeneración. Pablo especifica estos medios en Romanos 10, enseñándonos que son el envío de predicadores, y la predicación del Evangelio. Dios soberana- mente utiliza la predicación para obrar fe, de manera que el escogido de Dios no se siente “forzado” sino que su corazón es conquistado por el amor de Dios, y Dios nos atrae con cuerdas de amor.

Dios, que no hace nada a medias, sella su obra con su Espíritu Santo, quien es las arras o garantía hasta el día de la redención. Al que Dios convierte, también lo glorificará. Pero de nuevo, Dios lo hace por medios, no en abstracto ni mecánicamente. Muchos anticalvinistas ignoran este punto bíblico.

Dios no sólo predestina el fin, sino también los medios. Y los medios ordinarios para llevar a los elegidos a la gloria son la Palabra predicada, la Santa Cena y el Bautismo y la oración. De modo que el calvinista le da la gloria a Dios en todo, y a la vez honra el uso de los medios que Dios ha establecido. En esto aceptamos paradoja, porque la manera precisa en que opera la soberanía de Dios a través de los medios sobrepasa nuestra capacidad de entendimiento. Hay misterio en cuanto a la manera en que Dios permite cierta libertad del hombre, mientras retiene su soberanía. Pero el calvinista descansa tranquilamente tanto en la Palabra revelada como en la soberanía de Dios. El calvinista no se preocupa del “como” todo se coordina. Sencillamente intenta obedecer, porque sabe que los resultados son de Dios.

La doctrina de la elección es tal vez una de las más odiadas de parte de los anticalvinistas. Pensar que hay un número elegido va en contra de los conceptos de autonomía del hombre moderno. Sin embargo, si consideramos la condición de los hombres, nadie realmente es completamente libre. Los ciudadanos de países con malos gobernantes sufren las consecuencias de las decisiones de sus líderes. No son libres. Los hijos son producto de las decisiones de sus padres, para bien o para mal. No son libres. Y los seres humanos somos producto de la decisión de nuestros primeros padres, Adán y Eva. Tampoco somos libres. La única libertad que tenemos es de actuar conforme a nuestra naturaleza, ¡la cual es pecaminosa!

El hecho de que Dios haya elegido para salvación a los que él quiere es perfectamente racional, pero sobre todo es misericordioso. Los anticalvinistas dicen que “no es justo”, pero se equivocan terriblemente. Lo “justo” sería enviar a todos al infierno. Que Dios haya querido mostrar misericordia a los que quiere, es asunto de él. No es “injusto”. Es misericordia. Y recordemos que ni la Biblia, ni el calvinista, culpa a Dios con la condenación del hombre. Los hombres escogieron su propia desobediencia y recibirán, excepto por la gracia de Dios, su merecido juicio.

4. Conclusión

Espero que hayamos podido esclarecer algunas de las acusaciones equivocadas que se le hacen al calvinismo. Predominan muchos rumores y conceptos equivocados con respecto a él. Sólo quiero terminar recordando al lector que tanto los padres tempranos de la Iglesia, como los Reformadores del siglo dieciséis, sostenían los principales dogmas que el calvinismo hasta hoy afirma. Si el lector desea indagar más sobre este asunto, un buen lugar para comenzar es la Institución de la religión cristiana por Juan Calvino. Calvino muestra a lo largo de su tratamiento el acuerdo entre él y los padres tempranos. Es claro que el calvinismo expresa de la mejor forma la teología de la Iglesia Cristiana histórica.

Para un excelente resumen del calvinismo, recomiendo La Confesión de fe de Westminster. Los calvinistas han sido conscientes en ser claros en sus creencias respecto a las enseñanzas bíblicas. Muchos sectores anticalvinistas de la Iglesia evangélica hoy son también “anticonfesionales”, lo cual significa nada más que un anarquismo teológico. El que no se atreve a decir claramente lo que cree, lo hace por algo, probablemente porque quiere tener la libertad de cambiar después. Y el que estudia el movimiento evangélico anticonfesional verá que esto es precisamente lo que ha ocurrido. Giros grandes en teología y práctica. El calvinista tiene la seguridad de tener la fe que siempre tuvo la Iglesia de Cristo, y lo declara abierta- mente. Ser calvinista es ser confesional. Muchos anticalvinistas son también anticonfesionales.

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